VILLORUELA | Además de ensayar canciones, dar conciertos y vivir la música tradicional y folklórica, el coro tiene una faceta muy importante que es la convivencia entre sus miembros y el afán de conocer lugares
El coro Popular de Villoruela además de ensayar canciones, dar conciertos y vivir la música tradicional y folklórica, tiene una faceta muy importante que es la convivencia entre sus miembros y el afán de conocer lugares, contemplar paisajes y visitar obras producidas por el hombre a través de la historia, como son las llamadas "obras de arte". En esta ocasión en Aranda de Duero hemos podido contemplar Las Edades del Hombre, una exposición de arte en torno a la idea de la Eucaristía. La Eucaristía, en la iglesia católica, posiblemente sea el eje central de la liturgia, todos los ritos están en torno a esta idea, de ahí las numerosas manifestaciones de arte relacionadas con ella. Los artistas, autores de imágenes, lienzos, cuadros, orfebrería, se entregaron a plasmar el tema desde múltiples ángulos y perspectivas, sobresaliendo la obra pictórica, con el pan y el vino como protagonistas.
La iglesia amante del arte y su conservación a veces nos hace estos regalos. Todas las fases de las Edades del Hombre han sido espectaculares, pero la de Aranda de Duero para mí, al menos, es singular, por la cantidad de obras de arte expuestas y por su calidad, y aquí yo quiero destacar las tablas (pocas) de Flandes y los cuadros de la escuela napolitana, todos ellos tenebristas y cuyo protagonismo es la luz. Maravillosos.
Comimos juntos. Cantamos. Ambiente de amigos.
Después de tomar un café nos fuimos a ver otra joya, desconocida para la mayoría, El Monasterio de Santa María de la Vid, a 20 kilómetros de Aranda. Ya desde el autocar se podía observar una espadaña de tres cuerpos impresionante. Aun hay trece monjes Agustinos filipinos que habitan y viven en régimen de clausura. Nos contaron la historia de reyes y de hermanos de reyes que iniciaron la construcción de este monasterio, donde el románico se mezcla con el gótico e incluso aparece tímidamente retazos del plateresco. Un claustro muy acogedor y muy limpio, de los inicios del gótico, la sala capital en la que se retuercen tres fustes de una sola columna y un solo capitel,y la llamada capilla. Entrar en ella y sientes por una parte lo pequeño y diminuto que es uno y por otra la grandiosidad de una gran catedral con un cimborrio octogonal que se eleva tanto que parece que quiere tocar el cielo.
Este monasterio, como he dicho, no es muy conocido. Sin embargo tiene una hospedería que acoge tanto a hombres como a mujeres (no todas las hospederías monásticas lo hacen), incluso familias .Es un lugar donde se respira tranquilidad, donde se puede disfrutar del silencio, donde el tiempo ha parado las agujas del reloj. De hecho cada día se acerca más gente a hacer un paréntesis en sus vidas, cargar las pilas, como se dice ahora, para afrontar y soportar de nuevo el ruido y las prisas de cada día.
José González Sánchez
LAS VILLAS AL DÍA