Toni Kroos, por Jesús Cid López

Él también es rubio, alto, ojos claros y mirada avispada. Maneja los brazos en lo suyo con la elegancia, clase y distinción que el futbolista pone pases medidos a cuarenta metros de distancia. Ambos caminan con la seguridad de saberse entre los elegidos. La misma semana que uno ganaba la copa del mundo en Brasil, el otro se entretenía en cortar tres orejas en la maestranza de Sevilla y salir en volandas por la puerta del Cielo.

Al jugador elegante lo tenemos en el Madrid con las alforjas colmadas y al torerillo distinguido en Triana con todos los sueños por soñar. Se llama Rafael Serna y tuvo a bien presentarse al Bolsín Taurino 2014. El chaval dejó claro desde un primer momento que no venía desde tan lejos a pasar la tarde en Miróbriga. Fue pasando las eliminatorias hasta llegar a la gran final y sin estar en su mejor tarde demostró que tenía, (tiene), torería y cuajo para vestir de grana y oro a los otros nueve aspirantes, pero como el guión tiene vida propia, además de no proclamarse triunfador, el jurado no le consideró digno de ocupar uno de los cuatro puestos que permiten torear un novillo en el Carnaval de Ciudad Rodrigo. ¡Quía!

Qué sucedió entre esas dos paredes de la plaza de tientas que forman el burladero donde se refugia el jurado de tan noble institución. Ni se sabe, ni se tiene porqué saber, ni nunca se sabrá. Si no le vieron; me preocupa, si le vieron pero no le echaron cuentas; me preocupa tanto o más. Si la suerte estaba ya sorteada; apaga y vámonos. Juzgar un arte en el que impera lo subjetivo y donde no consiste en quien llega antes o se eleva más alto es harto complicado. Pero hay cosas tan obvias como que Toni Kroos ficharía por un grande. Ya ocurrió algo parecido hace un par de años con Alejandro Marcos, el fino y estilista novillero de La Fuente de San Esteban, al que no fueron capaces de verle eso tan escaso y caprichoso que algunos llaman duende y otros llaman arte, dejémoslo en condiciones innatas para el difícil oficio de torear con gracia, técnica y desparpajo.

Ni ventajismo ni rencor en este artículo, si un consejo; aquellos que tienen el sagrado deber de valorar en su justa medida a jovenzuelos que dejan lo mejor de su juventud entrenando como pretorianos para conseguir un sueño, tienen que estar al tanto de lo que ocurre en el planeta de los toros, en las becerradas y en las novilladas sin picadores principalmente. Profesionalizarse al máximo para que errores tan garrafales no se repitan y lo que es peor un tufillo rancio impregne una institución cuyo espíritu y valores merecen que vuele por encima de toda sospecha. Por lo demás larga vida al Bolsín Taurino de Miróbriga.

Jesús Cid López