Elogio del que trabaja

Mi muy dilectos lectores, heme aquí convertida en estricta gobernanta de campamento infantil. Mi moreno es resultado de estar en la arena vigilando que ninguno se me desmande. Y si tengo un aspecto estupendo es porque acabo de entregarle los trastos de matar a la abuela a ver si consigue que estos niños hiperactivos se tranquilicen un poco. La niña bonita y sus primos son partículas especialmente revoltosas borrachos de azúcar, televisión, arena y tiempo libre. Mientras, yo me dedico a vigilar cual bombero forestal en plena canícula y mi hermana a trabajar aprovechando la temporada como una loca desatada. Sí, señores, sí, mientras los sufridos veraneantes veranean, el mundo de la hostelería, increíblemente mal pagado, aprovecha y se pluriemplea, suda y se deja la piel en estos días en los que estamos todos un poco histéricos. Los unos porque hay que aprovechar las vacaciones a como dé lugar, los otros, porque es el momento de mayor trabajo y la humedad y el calor dejan bajo el uniforme una piel en carne viva. Hay algo eléctrico en las zonas de playa o asueto que parece que solo percibimos cuando por circunstancias de la vida, nos toca asistir al fondo del escenario. Malos sueldos, malas condiciones, colas de gente para trabajar, horarios que se alargan, calor, alivio por tener ese puesto que te chupa la sangre en unos días que el resto de la peña disfruta también con cierta ansia porque ya no son quince días, sino una semana apenas y hay que aprovechar el hotel, el apartamento, el chiringuito, el trozo de playa conquistado a golpe de toalla. Me disculpan, pero no le tengo amor al descanso veraniego porque sé que hay otro tipo de verano? el de los trabajadores del gremio del turismo que siempre han estado ahí, pero que nunca han estado peor pagados y tan maltratados. Bien sé que me está saliendo una columna tristona y bien que lo lamento, mis queridos lectores, pero es lo que hay, por eso, en medio de la caza a lazo de mi sobrino querido capaz de irse nadando a las costas de Italia, me detengo a pensar no solo en mi hermana y sus heroicas amigas, todas con dos trabajos esta temporada para salir adelante, sino a agradecer a esta empresa nacional que es el turismo el hecho de que funcione esta máquina infernal. Aunque yo no desee que me engulla? qué miedo le tengo? más que a mi sobrino el intrépido.