El pasado viernes, Salmancartvaldia recogía esta noticia: "Amenaza a un conductor con un cuchillo para que le lleve en su vehículo". Pues bien, yo fui testigo presencial de ese suceso y de lo que aconteció al día siguiente en el mismo bar de la Gran Vía. Sorprendentemente, el supuesto agresor, el "kinki" que supuestamente amenazó con un cuchillo "cebollero" a un pobre chaval, apareció en ese mismo bar a las 24 horas, tan pancho, alardeando de hombría, a terminar el trabajo que no le dejaron hacer el día anterior.
¿Qué clase de leyes tenemos en España que dejan libre a un tipejo que ha amenazado con un arma blanca y secuestrado a un inocente ciudadano? ¿Qué va a ser del pobre ciudadano que sufrió en sus carnes la impunidad de ese delincuente y lo denunció?
Un día, me contaron unos amigos policías, que se sentían como la portera de un edificio, que nada más terminar de fregar la escalera, los vecinos le pisaban todo el trabajo de la mañana, volviendo a tener que fregar el rellano con una sonrisa de oreja a oreja.
Siempre nos metemos con la justicia en estos casos. Pero no es culpa de un juez, sino de los políticos que crean y quitan las leyes. Y, ¡Ojo! Un político simplemente se encarga de canalizar la opinión pública, ya que su "puesto de trabajo" depende de ella.
Se quitó la Ley de Vagos y maleantes, porque los señores del poder tenían miedo que les tacharan de franquistas. Se quitó la reincidencia en delitos menores, porque una persona comete hurtos para poder comer (tururú) y, para más INRI, tenemos que tomar café al lado de los maleantes porque si no, me viene no sé cual ONG a decir que estoy discriminando. Por eso nos encontramos viviendo entre la gente de bien: personas que han cogido con 400 delitos anteriores o gentuza sin trabajo ni ingresos reconocidos, paseándose con cochazos por las calles de nuestra ciudad.
Hace cincuenta años, un delincuente de los de corbata, de esos que estafan con pluma en vez de con cuchillo, si lo metían en la cárcel, al salir, él y su familia tenían que irse de la ciudad porque la sociedad les hacía vacio. Hoy, a esos sinvergüenzas les contratan en programas de televisión y les aclaman como héroes por la calle.
Un ejemplo claro de la "tontuna" de la opinión pública es el estado actual de Irak. Los islamistas radicales están tomando por la fuerza ese país, aniquilando a todo el que no se convierte al Islam, cometiendo genocidio contra los pueblos cristianos que viven allí. Todos los países están condenando esa barbarie, pero ninguno hace nada excepto los Estados Unidos que, simplemente, sin poner un pie en tierra, está bombardeando puestos estratégicos para frenar el avance de esos animales. Veremos cuanto tarda la Opinión Pública en echárseles encima para defender, una vez más, a asesinos.
No nos engañemos. Somos nosotros los culpables de que ese "piojoso", ese hijo de su madre sin escrúpulos que le puso un cuchillo a un chaval, campe a sus anchas por Salamanca. Somos culpables de las masacres que hay en Irak. Somos culpables de que la ley permita que un monstruo como el "Rafita" (asesino de Sandra Palo) quede en libertad. Somos culpables de que el gobierno catalán juegue con el resto de España. Somos culpables de todo eso y más, ya que todos nosotros somos: LA OPINIÓN PÚBLICA.
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