Devoción y cariño arropan un año más al Santo Cristo del Humilladero

Un año más, El Santo Cristo del Humilladero celebraba la fiesta anual de su Cabildo, que se realiza cada año en el lunes más próximo al día de la Transfiguración del Señor. A las 20.00 horas comenzaban los festejos con la marcha desde la ermita de la procesión, en la que participaron autoridades civiles, eclesiásticas junto con representantes de la Guardia Civil. La celebración contó además con la presencia del pregonero de la Semana Santa, director de la Revista Cofrade Pasión y colaborador de SALAMANCArtv AL DÍA, Javier Blázquez.

El recorrido transcurrió por las calles del barrio de Chamberí, ligado emocional y geográficamente a la imagen de este venerado Cristo. La dulzaina Alborada amenizó la procesión, y las jotas que algunos fieles quisieron dedicar al Cristo, que estaba acompañado por sus mayordomos, así como por el resto de miembros de su cofradía, una de las más numerosas de la ciudad.

Al finalizar el recorrido procesional, Demetrio Franco, párroco de Peñaranda, celebró una eucaristía en la pequeña ermita, que se quedó pequeña una vez más para acoger a la gran cantidad de fieles que asistieron a la fiesta de esta venerada imagen. Finalizado el acto religioso, la cofradía ofreció un pequeño aperitivo para todos los que quisieron acercarse y compartir esta ya clásica cita anual.

HISTORIA

La leyenda cuenta como la imagen del Cristo era transportada en una humilde carreta tirada por bueyes y cuyo destino era un pueblo cercano. Cuando los animales llegaron al lugar donde se levanta la ermita se pararon firmemente y nadie logró arrancarles del lugar, por mas fuerza que hicieron vecinos y los propior portadores. El Cristo fue bajado entonces de la carreta y los bueyes sin impulso de ninguna clase comenzaron a andar ligeros repentinamente dejando la imagen en aquel lugar.

Este misterioso suceso empujo a los peñarandinos a pensar que debían quedarse con la imagen y construir una ermita para su eterno descanso bajo el nombre de Humilladero, por la significativa humillación de los bueyes, vocablo que no tardo en hacerse extensivo también hacia la nueva imagen que desde aquel momento fue conocida por todos como Santo Cristo del Humilladero.