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Julián Vicente Martín, arte sobre madera en tres dimensiones
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EXPOSICIÓN EN EL EDIFICIO SAN NICOLÁS ENTRE EL 11 Y 20 DE AGOSTO

Julián Vicente Martín, arte sobre madera en tres dimensiones

Actualizado 04/08/2014
Redacción

Presentará cerca de 40 obras entre las que figuran paisajes, estampas costumbristas de La Ribera, relojes de pared y obras del arte de la pintura

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El Edificio San Nicolás de Vitigudino acogerá entre el 11 y el 20 de agosto una exposición de cuadros tallados en madera de Julián Vicente Martín, natural de Pereña de la Ribera y que tras alcanzar la jubilación decidió un buen día dedicar su tiempo libre a un arte que acabó por apasionarle hasta el punto de convertirse en "una droga", con más de ocho horas en días de invierno sin despegar la vista de minúsculas virutas y que finalmente acabó controlando.

Julián es un hombre tranquilo y al mismo tiempo inquieto, afable, paciente y gran conversador. Su tiempo de jubilación lo disfruta desde hace algo más de una década en Pereña, el pueblo que le vio nacer hace 72 años y que abandonó tras el 'servicio' para buscarse la vida en Guipúzcoa, provincia en la permaneció hasta una de las reconversiones industriales que le facilitaron su regreso al pueblo. Y fue ya en La Ribera cuando un viaje a Beasaín le condujo hasta Gabriel, vecino de Masueco y amigo en tierras donostiarras, y con el que pudo observar cómo los mayores de esa localidad realizaban en talleres trabajos sobre la madera.

Aquella fue la chispa que encendió lo que ha sido durante sus últimos 11 años su principal entretenimiento y pasión: la talla en madera de cuadros en 3D, un formato muy de moda en otros soportes y que nuestro protagonista ha venido plasmando en madera con diferentes motivos, casi siempre relacionados con el entorno al que pertenece. Sus piezas son únicas, de una sola pieza y realizadas totalmente a mano. Sus herramientas son la gubia y el formón de diferentes tamaños, y su maestro; el tiempo. No hay más.

Julián desconocía por completo el trato que requiere la madera; es más, su profesión en la fundición y laminado del hierro le habían mantenido muy alejado de lo que sería el alma de su obra: madera de pino al principio y haya después, pues considera que esta última ofrece unas propiedades muy superiores para lo que requiere su técnica.

Sus inicios comenzaron sobre el boceto de un ramo de rosas que ha ido perfeccionando, valga la redundancia, hasta la perfección. También fueron relojes de pared hasta que pasó a dar vida a paisajes, cuerpos en movimiento y estampas costumbristas de La Ribera, sin olvidar obras del arte de la pintura como el Guernica de Picasso, una de las obras más destacadas siempre por el público aunque no por él, pues prefiere su última versión de La Rosa, La Romería, o los cuadros de la ermita del Castillo o la iglesia de su Pereña, trabajo este último en el que ha empleado 212 horas, y, como todos, "de una sola pieza", insiste.

"Nunca he vendido nada", asegura; tampoco es su objetivo ni en esta ni en las exposiciones que ha realizado con anterioridad, siempre con buena crítica, lo cual le llena de satisfacción, una sensación que asegura percibir dos veces, "cuando estoy trabajando y cuando escucho al público", en ocasiones infiltrado para conocer su opinión sin que esté condicionada, como hizo en la Casa del Parque Arribes de Fermoselle, donde más de 9.000 personas pudieron observar la calidad de su obra durante dos meses.

"Si alguien me dice hace unos años que iba a exponer mis trabajos, le hubiera enviado a paseo". Pues bien, además de en Fermoselle, la obra de este conocido ribereño ha pasado también por la Casa del Parque de Sobradillo, Aldeadávila, Villarino y, por supuesto, Pereña. Aún así y a pesar de la buena crítica siempre recibida, aún mantiene alguna duda sobre la opinión que causará su obra en Vitigudino, una presencia que agradece al Ayuntamiento y que destaca dado el escaso interés que la mayoría de los municipios muestran por el arte de verdad.

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