Los medios de comunicación social y la ideología

Desde muy pequeñito he sido educado e en la pluralidad. Pluralidad de ideas, de sentimientos y de posicionamientos políticos... Gran parte de la culpa de esa educación, se la debo al uso de los medios de comunicación. En el seminario fui iniciado a la lectura de varios diarios. No sólo a la lectura personal, sino a la lectura comunitaria. Alentado por los métodos de José Luis Corzo, que recogiendo la más rica esencia de la escuela "milaniana", nuestros educadores del Seminario Menor nos enseñaba no sólo a leer la prensa y a tomar la actualidad como materia de formación intelectual y espiritual, sino además, protegernos de ella, de sus manipulaciones, mentiras e intereses ocultos o manifiestos. Y por eso, la lectura nunca se focalizaba en un solo periódico. Por las mesas de la sala de prensa (que así se llamaba una sala de nuestro seminario menor de Calatrava) circulaban el "Ya", "El País", "ABC"... Incluso, durante el poco tiempo que funcionó, el periódico "Liberación", del que dudo mucho de que haya lectores de esta columna que lo recuerden, pero yo sí: era un periódico "cañero", siempre revoltoso, muy ácido y crítico con la iglesia, muy, muy de izquierdas, que resultó asfixiado por el capitalismo, ya que no le contrataba publicidad nadie, ni siquiera la publicidad institucional del Estado. Pues bien, "Liberación" convivía sin problemas con ABC. No recuerdo que nunca se pegaran, ni siquiera discutieron. Simplemente dialogaban. Y nos hacían pensar, y nos ayudaban a descubrir que las miradas sobre la misma realidad cambian, dependiendo del prisma vital desde el que te sitúes. Esa actividad diaria de nuestro seminario, después de la cena y antes de la oración de la noche y del descanso nocturno, marcó mi vida. Desde entonces soy lector habitual de periódicos, de todos, incluso los más recalcitrantes como "La Razón" o "Público" (desaparecido también por parecidos motivos que Liberación, aunque conserva edición digital), porque la historia de las radicalidades, se repite.

Si esto me pasó con la prensa escrita, un tanto de lo mismo me pasó con la radio. Pero el escenario ahora no es el seminario, sino el hogar familiar. Déjenme que les cuente, porque está historia me inspira mucha ternura. Mi difunto padre, allá por el año 1995, perdió -casi de un día para otro- la vista de una manera casi total. Él, que era un lector asiduo de prensa, tuvo que dejar radicalmente de leer. Mi padre era de derechas. Yo diría que muy de derechas. Su prensa que leía en el Casino, era "El Alcázar" y cuando dejó de existir se pasó a la prensa heredera del "Movimiento" que ?salvando todas las distancias- fueron cabeceras como "Ya", o "ABC"... En casa leía La Gaceta, cuando se compraba, normalmente en fines de semana. Como de golpe y porrazo tuvo que dejar la lectura, su sed de información la tuvo que sustituir por la radio, un medio que hasta ese momento no había entrado en mi casa. En nuestro pueblo, Guijuelo, por aquellos años no se sintonizaban bien las emisoras de radio por problemas orográficos y por ausencia de antenas. Yo no recuerdo que se escuchará bien nada más que la Cadena Ser, que tenía una emisora local en Béjar. El resto, tenían interferencias. Más tarde supe, que esto de las señales, también tenía que ver con la economía y sobre todo con la política. Pero el caso, es que de este modo, a fuerza de escuchar la Ser, un día y otro, un mes y otro, un año y otro, en un período aproximado de cinco años, mi padre fue cambiando de ideología y el hombre de derechas más o menos radical, se fue transformando en un ciudadano de izquierdas, acompañado de los análisis matutinos de Gabilondo y sus invitados tertulianos y analistas del "Hoy por Hoy" y sobre todo, sobre todo, su buen amigo Carlos Llamas, que noche tras noche en la sintonía de "Hora 25", fue sin duda el que más le marcó y al que más extrañó e incluso hizo duelo por su trágica muerte.

De la Tv no les puedo hablar, porque siempre la he usado menos y no tengo nada relevante que contarles.