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Los prejuicios son hijos de la ignorancia
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LA MOSCA COJONERA

Los prejuicios son hijos de la ignorancia

Actualizado 29/07/2014
Luis Gutiérrez Barrio

El pasado martes, día 22 de julio, en la tertulia Rona Dalba hablamos de la problemática del colectivo gitano en general y en España de una forma particular.

Para poder hablar con conocimiento sobre el asunto, invitamos a Raúl Bermúdez Cerreduela, Prospector de empleo en la Fundación Secretariado Gitano de Salamanca, y lo que es más importante, Raúl es gitano y se siente orgulloso de serlo, aunque alguno no lo entienda.

Mucho se habló del pueblo gitano, de su historia, de sus costumbres? pero a mí lo que más me interesó fue comprobar lo que ya me temía, y es que son muchos los prejuicios que tenemos ante este colectivo tan importante y numeroso. En general los prejuicios planean sobre todos aquellos colectivos o personas que no comulgan con nuestras ideas, nuestras costumbres, nuestra forma de entender la vida...

A modo de encuesta de andar por casa, Raúl nos preguntó que dijéramos con toda sinceridad, qué es lo primero que se nos viene la cabeza cuando oímos la palabra gitano. Allí salió de todo, y muy poco bueno, aunque lo hubo: Baile, alegría, flamenco, marginación, asesinos, raza, errantes, auto discriminación, familiares, droga, robo, violencia, racismo, inadaptados, herméticos...

Pero lo curioso de esto, es que cuando se le pregunta a la gente qué tipo de relación ha tenido con el colectivo gitano, la inmensa mayoría dice que ninguna o muy poca. Casi todos opinan (en muchos casos afirman), por lo que han visto en los medios, por lo que han escuchado, por las leyendas que circulan? sin que se hayan parado a preguntarse, primero: si todo cuanto se dice de ellos es cierto, y lo más importante, si eso que se dice, aun siendo cierto, lo será para personas concretas, para casos concretos, pero ¿es justo hacer extensiva esa opinión a todo el colectivo, juzgarlos a todos por el mismo rasero?

Conocemos casos de gitanos que se dedican al trapicheo de droga, y payos también. Conocemos gitanos que son violentos, y payos también. Conocemos gitanos que roban y payos también? entonces ¿por qué hacemos extensivo a todo el colectivo gitano que son ladrones, violentos y que trapichean con la droga, y no lo hacemos al colectivo de los payos?

Tengamos en cuenta que en España hay unos ochocientos mil gitanos, el que un reducido número de ellos se haga muy visible por su comportamiento poco social, no quiere decir que todos sean de esta manera. Una cosa sí es cierta, y es que ellos no tienen ninguna intención de renunciar a ser gitanos, con todo lo que esto conlleva. A mí me parece muy bien. Es decir no están dispuestos a renunciar a su cultura, a sus tradiciones, a su sentido de la familia, a su historia? No creo que eso sea un obstáculo para que se integren de pleno derecho en nuestra sociedad, sin que tengan que sufrir miradas inquisitoriales, discriminaciones absurdas, insultos racistas o recelos a lo hora de comunicarnos con ellos.

Hay encuestas oficiales en las que se dice que una importante mayoría de los payos tienen reparos en vivir en el mismo edificio en el que viven gitanos. Esos reparos se extienden a los más débiles, a los niños, que son discriminados en las escuelas, creando aulas especiales para ellos. Los padres de los niños payos han declarado en muchas ocasiones su malestar porque sus hijos acudan a las mismas aulas que los de los gitanos.

Es cierto que este proceso de integración es una labor de ambas partes, todos debemos ceder, no hay pacto que sea justo, en el que solamente ceda una de las partes.

Pero entre las peticiones que se haga al colectivo gitano no puede estar la de que pierdan su identidad, como alguno ha propuesto, para que esa etnia se diluya en la gran etnia y desaparezca por completo, formando una sociedad monocromática y anodina.

Es cierto que se les debe exigir que acaten y cumplan las mismas leyes que deben acatar y cumplir el resto de los ciudadanos, y aquellos que no lo hagan deberá ser castigado conforme a la ley, pero deberá ser castigado aquel que no la cumpla, es decidir el individuo, nunca se debe acusar, juzgar y sentenciar al colectivo.

Algunos ven incompatibilidad entre mantener sus costumbres y convivir con el resto de los ciudadanos cumpliendo las leyes en vigor. Creo que no hay, o no debe haber, incompatibilidad alguna. Es como si al turista inglés que llega a Europa en su coche, además de exigirle que circule por la derecha se le obligara a que dejara de ser inglés. O viceversa. No creo que nadie aceptara esa imposición. Se puede circular por la derecha sin perder en absoluto la identidad inglesa.

Creo que es muy importante, imprescindible, conocernos de verdad, para desterrar para siempre esos absurdos prejuicios que nos enfrentan.

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