Sólido, líquido y gaseoso

Eran los tres estados de casi todo, eran los tres modos de agregación de la materia o algo así. Y con esos tres modos se organiza y con bastante buen orden, todo el universo. ¿Qué sucedería en el cosmos si todo ese orden se trastornara? ¿Qué pasaría si lo sólido, por ejemplo la Plaza Mayor, de pronto se convirtiera en gas?. ¿Y si los líquidos, el Mediterráneo puede valer como recurso, se hicieran sólidos como el granito?. El resultado, siguiendo a los pitagóricos, sería el caos. Y habría que empezar a entrenarse con el Principio de Incertidumbre. Esto puede ser un diagnóstico o una profecía o al menos la punta visible de un aviso.

No hablo de física ni de astronomía, sino de Ciencias Sociales o algo así; hablo de los pasos que en los últimos años va dando nuestra sociedad española. Y con algunos ejemplos, intencionados, claro está. Sin olvidar que se pueden poner algún ejemplo contrario en el que se vería que lo que se podría calificar de caótico y de desorden se va volviendo ordenado, recuperado y más humano; pero esto lo dejo para otro día.

A modo de ejemplos:

Uno puede ser ese caos permanente y sucesivo que sufre el sistema de enseñanza y los criterios de educación. ¿Tan difícil es? ¿Tan llenos de ideología andamos? El que invoca una enseñanza libre se la niega al de al lado y el que puede meter baza en algún punto del sistema acaba llevando el agua a su molino particular; apelando piadosamente al bien común, claro. Y así nadie se aclara, ni profesores ni editoriales ni por supuesto los sufridos destinatarios que son los que pagan la factura del despropósito. Lo que en la educación debería ser sólido se ha hecho gaseoso y casi todo se nos ha vuelto líquido y deslizante. ¿No cabría en esto una especie de Transición como ya se hizo en política hace cuarenta años? ¿O un pacto social para abrir camino? Los ciudadanos estamos cansados de la explotación interesada que cada lado o esquina social pretende hacer de la educación. Pero, ¿quién pone orden y cascabel a este caótico gato?

Está también el mundo de la ética, de las conductas morales, de los principios de bondad y de justicia tanto individuales como colectivos. Buena parte de la ciudadanía no sabe hoy ni quiere saber dónde está con cierta aproximación la raya que separa lo honesto de lo injusto, lo bueno de lo malvado; o lo decide por gusto, estadística o moda o por nada?. Es como jugar un partido del mundial de Brasil sin líneas ni porterías ni banderín de esquina (córner) siquiera. Así no hay juego posible, no hay quien haga una buena jugada en un campo sin reglas de juego ni líneas comunes aceptadas, en el que nada es sólido y todo va y viene según a cada uno le resbala el pie con el que pisa. Todo vale y nada tiene valor. Una sociedad líquida no llega a nada sólido. Un desastre anunciado. Y luego echaremos la culpa a Bruselas o a la señora Merkel.

Y, entre muchas otras, señalo aquí la cuestión de Dios o de la religión o de la trascendencia o como se quiera decir. Son formas de encontrar árbitro para el partido, normas para pintar las rayas en el campo y pautas para distinguir lo que sí y lo que no y lo que según y cómo porque depende? Si no hubiera Dios o un dios o un similar, habría que inventarlo. Lo que deshace las cosas como un disolvente es negarlo en cualquiera de sus formas. Y esto es afirmado hoy de mil formas desde los púlpitos de una atrasada y supuesta progresía que hasta lo más sólido lo convierte en humo, en gaseosa y en nada. El tiempo (Cronos siempre fue implacable) dirá hasta dónde se llega desde la irracionalidad. Pero, ¿quién le pone hoy solidez y fundamento a lo evanescente y vaporoso?. Pues eso.

Y muchas más cosas de todo signo que no caben aquí.