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Alonso Manso, primer Obispo de América, de Salamanca a Puerto Rico. 500 años de su llegada
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Alonso Manso, primer Obispo de América, de Salamanca a Puerto Rico. 500 años de su llegada

Actualizado 09/07/2014
José Antonio Benito

En el segundo viaje de Colón, de 25 de septiembre de 1493 van varios misioneros como el P. Boyl legado pontificio y Fray Ramón Pané, iniciador del primer estudio antropológico del indio americano. Recorre las Antillas, Cuba, y Jamaica. Es colonizada la isla de Santo Domingo. El tercer viaje, en 1496, le lleva a Tierra Firme en la península del Yucatán. Colón vuelve preso tras el juicio del Visitador Bobadilla. La Reina reacciona ante la esclavitud de los indios. En el cuarto, en 1502, recorre las tierras de Honduras hasta el golfo de Darién. Tras el fracaso de su último viaje, se retira a Valladolid donde le sorprende la muerte el 20 de mayo de 1506.

Alonso Manso nace en Becerril de Campos (Palencia) en 1465. Fue colegial de San Bartolomé en Salamanca, 23 de enero de 1486. Ayudante de capilla de Fray Diego de Deza en la casa palacio del príncipe don Juan. En aquel momento el P. Deza era catedrático de prima de Salamanca. Canónigo de la catedral de Salamanca y rector de la Universidad. El 12 de mayo de 1512 se firman en Burgos por Juan Rodríguez de Fonseca los nombramientos de los tres obispos. Deza le consagra en Sevilla el 23 de agosto de 1512 y erige la catedral de San Juan de Puerto Rico. El 15 de noviembre de 1512 sale con 17 personas de su séquito en la carabela "San Francisco".

Félix Buisán Cítores en su artículo "Alonso Manso, de Becerril de Campos, primer obispo del nuevo Mundo" Palencia, adelantada en América (Palencia 1989, Diputación Provincial de Palencia, nº 60, pp.205-215) ha recreado el momento: "El tañido de una campana puso en los aires un sonido nuevo. Finalizaba diciembre de 1512. El día simbólicamente podría haber sido el de la misma Navidad, cuando llegaba a Puerto Rico el obispo palentino Alonso Manso, de Becerril de Campos, a tomar posesión de su diócesis y de su catedral-bohío de San Juan. Hasta entonces, los aires del lugar de Caparra, donde se asentaba la iglesia, los mares caribeños, los mangles semitropicales no habían sabido sonido igual. Quizá, por eso, se estremecieron. Pero no era cosa de estremecimiento, sino de gozo. Como el que debían de mostrar las caras de Alonso Manso y hasta de Juan Ponce de León, uno eclesiástico; otro, conquistador y fundador del pueblo puertorriqueño. Y, desde luego, las caras de los indios taínos de la vieja Boriquén y de los colonos españoles que ya habitaban la isla. Era un sonido insólito que rubricaba un histórico momento: el de la apertura al culto de una iglesia. La primera iglesia del Nuevo Mundo?La primera catedral de la recién denominada América se inauguraba a toque de la pequeña campana traída de España un año antes, por Cerón y Díaz de Aux, y colocada, como un alado corazón de bronce, en la blanca espadaña ?hecha de madera y barro, como todo el edificio- del isleño templo. Tal hecho ?oigamos al historiador Álvaro Huerga- constituye "una piedra miliar ?la primera piedra miliar de la eclesialización formal de América" (p.207).

Manso fue el primero que tomó posesión de su sede, pues llegó a ella el 25 de diciembre de 1512 (según palabras del dominico Bartolomé de Las Casas, testigo de su presencia: "el primer obispo que [?] vino consagrado fue el licenciado D. Alonso Manso"). Su diócesis, poblada por unos 20.000-30.000 indígenas y un número reducido de españoles, estaba sin organizar, pues la isla, avistada por Colón en su primer viaje y rápidamente visitada por él mismo en el segundo, sólo había sido colonizada por Ponce de León en 1509. Sin infraestructuras eclesiásticas (apenas contaba con dos sacerdotes) ni civiles, ni siquiera pudo disponer de los diezmos que le correspondían a causa de los frecuentes roces con el gobernador Sancho Velázquez y los oficiales reales. A ello se unió un asalto de caribes en 1513, que arrasó los recintos episcopales (iglesia, casa y la nutrida biblioteca que había traído de España), y un violento huracán que destruyó casas y cosechas en 1514. En agosto de 1515 marchó a la Corte para informar al rey del gobernador, pero Fernando el Católico murió poco después; Manso asistió a su entierro en la catedral de Granada y luego celebró sus honras fúnebres en Madrid. Aquí se entrevistó con el cardenal -regente del reino-, sin que nada se concretase. Así pues, esperó al nuevo rey Carlos I en Valladolid (1517), a quien entregó un Memorial de peticiones; este escrito suyo, que fue examinado cuidadosamente por el Consejo de Estado, presentaba los propósitos del obispo y lo que necesitaba para realizarlos: una de las peticiones fue la ampliación del territorio de su diócesis, que concedió el papa León X al incorporar a Puerto Rico las islas de Barlovento (pobladas de caribes).

Como inquisidor, se hizo respetar por los agentes reales e intervino en algunas cuestiones de fe y jurisdiccionales (en éstas con más dureza): en la querella de 1528 entre el obispo de Cuba, Miguel Ramírez, y el juez residente, Juan Vadillo, que había sido excomulgado por el primero, ordenó un desagravio del obispo al juez y le recomendó que evitase en lo sucesivo entrometerse en cuestiones inquisitoriales; procesó a Blas de Villasante por judaizante, y al flamenco Juan por luterano. En 1530 ordenó a Sebastián Ramírez de Fuenleal como obispo de Santo Domingo, el primero consagrado en tierras americanas. Hacia 1532, Alonso Manso recibió la visita de Rodrigo de Bastidas, obispo de Venezuela, para revisar las cuentas de la diócesis. Éste fue su sucesor en la diócesis de Puerto Rico cuando murió el 27 de septiembre de 1539, en San Juan de Puerto Rico (ciudad que él había trasladado a un nuevo emplazamiento).

Recientemente ocurrió algo sin precedentes: la primera vez que un sucesor de Alonso Manso fue en calidad de peregrino para encontrarse con la cuna del primer Pastor. No solamente se quería conocer el ambiente que forjó al primer obispo de Puerto Rico; también se quiso dar un testimonio de fe a la iglesia salmantina y de agradecerle por haberles dado a un pastor que contra viento y marea implantó a la iglesia en nuestro suelo boricua. Se escogió para la celebración el día del nacimiento de la Virgen, el 8 de septiembre, día en que Salamanca celebra a su patrona, la Virgen de la Vega. Los 37 peregrinos se dieron cita en el templo catedralicio. Los sacerdotes, junto con Monseñor Roberto Octavio González Nieves, fueron a la sacristía en donde les esperaba el Deán, Florentino Gutiérrez, el nuevo rector de la Pontificia Universidad de Salamanca, Ángel Galindo García, y demás miembros del cabildo catedralicio. Acto seguido le ofrecieron a Monseñor Roberto firmar el libro dorado de la Catedral. En eso llega el obispo de Salamanca, Don Carlos López. El Padre Alfonso Guzmán, OFM, le lee al Obispo de Salamanca la proclama de los Quinientos Años de nuestra Arquidiócesis y la vinculación con la sede salmantina por el Obispo Manso. Acto seguido se procedió a la celebración de la Santa Misa en la Catedral, en donde el Obispo López en su homilía, predicó acerca de la importancia de la evangelización. El Deán de la Catedral Salmantina, Florentino Gutiérrez, quiso agasajar al grupo de peregrinos, invitándoles a dar un "tour" gratis por la antigua catedral y el museo. Los portorriqueños escribirán agradecidos: "Para nosotros fue muy emocionante caminar por los mismos claustros en que caminó Don Alonso Manso, estar en el mismo cuarto donde él fue proclamado canónigo de la Catedral y catedrático de la Universidad. Al salir de la Catedral después de un día lleno de emociones, contemplamos a la hermosa ciudad de Salamanca, una ciudad universitaria. Yo en lo personal di gracias a Dios porque nuestro primer obispo fue un hombre de saber pero, sobre todo, un hombre de mucha fe".

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