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Paseo del Arrabal, por Jesús Cid López
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OPINIÓN

Paseo del Arrabal, por Jesús Cid López

Actualizado 06/07/2014
Redacción Ciudad Rodrigo

No está el Paseo para nuevas tecnologías que te distraigan de mirar al suelo, ni para guasa está el asunto

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Según el diccionario de casa, cuya Editorial coincide en nombre con la Montaña más alta del mundo, la palabra paseo tiene dos significados: "acción de pasear o pasearse" y "lugar público destinado para pasearse". En el caso que hoy nos ocupa, ni una cosa ni la otra.

No está el paseo ni para chanclas, ni sandalias ni mucho menos zapatos de tacón. No está para tortolitos enamorados que pasean mirándose a los ojos sin que el mundo de alrededor les importe un carajo, ni para ancianos achacosos, ni adolescentes fogosos, ni para embarazadas, ni paridas con carrito. No está el Paseo para nuevas tecnologías que te distraigan de mirar al suelo, ni para guasa está el asunto.

Es cosa de ver que todos los paseantes del paseo andan por el sin levantar la vista del suelo. No vayas por el Paseo buscando nuevas pistas y tampoco si eres turista. No está el paseo ni para un vis a vis, ni siquiera para un pis, con perdón, y mira que dio juego el rincón, casi tanto como el antiguo frontón. Ni lo intentes por el día ni se te ocurra por la noche a no ser que cuentes con sistema Led incorporado, como los nuevos coches.

Todas las ciudades amuralladas tienen sus sombras y una Puerta del Sol. En ese lugar habita el busto de quien presta su nombre al paseo. Pudo ser ese el escenario de sus primeros juegos, de sus genialidades, de sus salidas de tono, al poco de marchar una francesada que lo hubiera tenido mucho más difícil en la conquista, si durante el sitio se hubieran encontrado con un paseo en semejantes condiciones. Desde allí entre jocoso y satisfecho observa a los paseantes que parecen imitarle en aquel plató de televisión cuando un inoportuno dolor de muelas atajado con la mezcla fatal de una pastilla y un vasito de vino, le hicieron tropezar con todo lo que por allí había, su sombra incluida.

Qué fue de la teoría del Milenarismo, de las excentricidades, del genio, de los escritos, de las obras. Poco se sabe. A veces, algún domingo o fiesta de guardar a la hora de la retirada, un camarada comprensivo deposita un vaso de tubo en su busto, y qué feliz se le ve con el cubata entre la pajarita mirando en su Paseo a los osados que se adentran en el camino de cabras haciendo escorzos, intentando mantener la compostura. Porque lo peor de caer no es ver el suelo de cerca, no, lo malo es que alguien te vea y se parta de risa, como parece que le sucede al Señor que presta nombre al paseo, pero sin maldad, solo por la dicha de saber que no es el único que tropieza. Todos lo hacemos Don Fernando.

Jesús Cid López[Img #55932]

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