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La cueva
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La cueva

Actualizado 04/07/2014
Marta Ferreira

Que corren tiempos difíciles para España no hay quien lo niegue. Tras años de decepciones, de políticas que no solucionan los problemas de los ciudadanos de a pie, de conflictos entre partidos que ya no le importan a nadie, seguimos como seguimos, y quienes nos dirigen parecen no entender, ni tras unas elecciones que bien deberían haberles asustado, que los gobernados estamos hastiados.

Antes de ayer aparece la noticia de los familiares "colocados" en el Tribunal de Cuentas de miembros del propio Tribunal, y una se pregunta: ¿es que ya no hay límites? ¿acaso en este país nuestro no existe Órgano o Institución copados por enchufados? Y dan ganas de llorar. ¿En qué momento se convirtió España en la cueva de Alí Babá?

Estoy, como la mayoría de mis amigos y conocidos, cansada, harta de leer que los niños que han podido mantenerse alimentados durante el curso escolar pasarán hambre este verano al no almorzar en los colegios; que sigue sin cesar el número de compatriotas que salen del país en busca de un empleo (el que sea, porque si se quedan aquí pasarán hambre); de conocer que doctores de la universidad cursan formación profesional con la esperanza de hallar un trabajo en ese nivel porque necesitan comer.

Escuchamos todos historias, que por desgracia son realidades, de las múltiples situaciones de precariedad que nos rodean, del aumento de la mendicidad, de una Cáritas que hace más de lo que puede y que está ayudando a sostener este país que ya no sé ni qué parece, y tenemos que comernos que los amigos y familiares de los miembros de una de las más altas instituciones del país estén colocados vayan a saber ustedes cómo y por qué méritos.

¿Qué pretenden los dirigentes del país de nosotros?, ¿por qué no se preguntan qué hay en el trasfondo de los sondeos que empiezan a escucharse de lo que pasará en las autonómicas catalanas? Quiero que alguien me explique por qué tenemos que aguantar esto, que ya está bien, que no hay quien lo soporte. Más de una noche me he acostado con ardor de estómago tras ver los anuncios sobre la petición de ayuda para sufragar las becas de alimentación para los niños españoles porque resulta que esos niños, que pasan hambre, no están en el tercer mundo, no, son los hijos de los vecinos o de los amigos a quienes han embargado el piso, han perdido sus trabajos y ya no pueden ni alimentar a sus hijos. Esos niños, señores, son la generación del mañana, y mientras ustedes y yo vivimos intranquilos pensando en qué será de ellos, los que tendrían que hacer algo se entretienen hablando de reformas fiscales supuestamente beneficiosas para los ciudadanos y en no mirar en los comedores sociales que ya no dan cabida para más.

Yo no tengo amigos ni familiares enchufados ni colocados a dedo, yo no creo en un país en el que se toma a los ciudadanos por borregos, yo no creo en que de la noche a la mañana la fuga de españoles tenga fin, yo no creo en quienes llevan años llenando sus bolsillos y los de sus conocidos?.pero sí creo, y creo firmemente, en la gente de la calle, en los ciudadanos que trabajan como mulas, aún enfermos, por miedo al despido, en esos niños que con la ayuda de familia, amigos y barrios, crecerán y verán que lo que hubo convirtió este país en un tormento y que en el futuro, algún día, esto tendrá un fin.

Mirad para otro lado si queréis, veremos el fin de algún partido y esperaremos el cambio, que aunque no lo queráis ver, se está produciendo y os va a dejar fuera de juego.

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