Hay un dicho popular castellano que reza así: "Abuelo tabernero, hijo millonario, nieto pordiosero".
Hace cinco o seis décadas, en el pensamiento de cada español, estaba grabado a fuego el concepto de: trabajo ? ahorro ? familia. Era inconcebible pensar que te podías pasar todo el día "tirado a la bartola". Ni moral ni socialmente era plausible que un hombre hecho y derecho no tuviera intención de trabajar.
El ahorro era la tónica dominante en cualquier familia. Cuando se compraba algo, una pregunta retumbaba al unísono en todas las cabezas españolas: ¿Lo necesito? Siempre se salía al campo los domingos con la fiambrera debajo del brazo y se refrescaba uno sus acaloradas carnes en el río o regato más cercano. El planing vacacional (quien se lo pudiera permitir) era siempre el mismo: horas interminables en un coche, con el bocata de filete empanado y el pan correoso que la abnegada madre había preparado el día antes, porque había que salir temprano para no pasar calor, ya que la temperatura en un coche pequeño, con siete personas dentro, alcanzaba grados insospechados.
La familia primaba por encima de todas las cosas. La vida consistía en formar un núcleo familiar y cuidarlo hasta que tus vástagos pudieran volar del nido para formar su propio clan. Terminabas la mili, buscabas un trabajo (si no lo tenías ya), encontrabas una buena mujer, comprabas o alquilabas una casa con tu esfuerzo y te casabas. Y después tenías los hijos que Dios quisiera darte.
¡ESA ERA LA ACTITUD!
Hace tres o cuatro décadas, el concepto cambió. ¡Éramos más modernos que nuestros padres!, el patrimonio nos venía dado en muchos casos, nuestros progenitores quisieron que no trabajáramos como lo habían hecho ellos y nos pusieron a estudiar?.. a todos.
No nos faltaba de nada. Parecía como si las cuentas corrientes de nuestros procreadores fuesen inagotables. Algunos comprendimos que la única forma de vivir era siendo rico y atesorando todo lo que pudiéramos, importándonos un pito a quién dejáramos en el camino. Empezó el "bum" del pelotazo y de la corrupción desmedida.
La mera comparativa con los "paletos" de nuestros padres era insultante. ¿Filetes empanados y seis en un coche? por favor, todos a Cancún, en avión y hotel de "todo incluido". Una televisión en cada cuarto y un coche para cada hijo, aunque todos los mozos salieran del mismo sitio a la misma hora y volvieran igual. Bueno, el que tuviera hijos, porque un retoño te resta tiempo. Tiempo que debemos utilizar en despilfarrar el dinero en cosas fútiles que compras para epatar a tus "amigos".
No había clases sociales, todos éramos ricos o eso queríamos hacer creer. Empezamos a comprar a plazos y con plástico todo, de tal forma que, de cada diez pesetas que entraban en casa, siete ya estaban gastadas del mes anterior. Pero daba igual, ibas al banco y te daba más dinero y así mantenías tu estatus social bien alto.
¡ESA NO ERA LA ACTITUD!
Hoy por hoy, cuando toda España está arruinada, cuando el concepto de trabajo es casi nulo, cuando ahorro es una palabra en vías de extinción y la familia está extinta del todo, nos echamos las manos a la cabeza y nos preguntamos: ¿Qué hemos hecho mal?.
Esta década es decisiva en nuestra historia y estamos a tiempo de enmendar nuestros errores. Lo primero que tenemos que cambiar es nuestra actitud. Recuperar la actitud de nuestros antepasados de hace cinco o seis décadas. Algún estúpido dirá que quiero volver a los años cincuenta y no. No me refiero a vivir como antaño, sino volver a meternos en la cabeza ese concepto de: TRABAJO-AHORRO-FAMILIA. En definitiva, ESFUERZO. Será el único modo de acabar con esos monstruos de Frankenstein que hemos creado: la generación "ni-ni" y los corruptos.
Los alemanes, después de dos guerras mundiales, siguen estando a la cabeza de Europa y del mundo. Fuera ya esa leyenda negra de que somos vagos e inútiles. Los españoles somos un pueblo valiente, trabajador y, sobre todo, duro. No podemos consentir que cuatro desarraigados nos coman el terreno. No podemos permitir que España se rompa en mil pedazos. Hemos sido la nación más poderosa del mundo y podemos volver a serlo. Sólo hace falta CREER.
Sé que es un camino lento y arduo, pero podemos hacerlo. ¡Basta ya de ser la oveja negra! Juntos podemos conseguirlo todo. Mi madre siempre decía que quien estudia para sacar un diez, puede sacarlo o no, pero seguro que nunca suspenderá.
Amigos, tenemos la aptitud, recuperemos la actitud.
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.