Jueves, 02 de enero de 2025
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Antes mataban leones (I)
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Antes mataban leones (I)

Una metamorfosis imparable se producirá este verano en mis alumnos y alumnas de, más o menos, 2º de la ESO. Serán casi irreconocibles por sus padres en las fiestas patronales, serán un arcano para sus profesores en septiembre. Serán unos extraños casi de sí mismos hasta que completen ese ciclo poco definido de 5 o 6 años que les convertirá en unos pseudoadultos apenas entrando en la veintena, todavía extraños de sí mismos pues esta actualidad sin perspectivas laborales los detiene en el tiempo mientras ven como los más jóvenes vienen empujando con fuerza.

La historia de la humanidad tiene sus variaciones según la época y lugar en que se desarrolle la peripecia de cada uno de nosotros, de esos individuos de cuyas pequeñas historias se hace la historia de todos. Pero hay una serie de elementos comunes en casi todas las épocas y estos elementos están unidos al hecho de que el ser humano nace en el seno de familias más o menos extensas y de que no nace acabado sino en proyecto y sigue un desarrollo (tanto físico como cognitivo, emocional y psicosocial) que es muy similar en los seres humanos de todas las geografías y tiempos. Pero antes las cosas parecían estar más claras.

En ese crecimiento hay elementos físicos, caracteres sexuales, fáciles de precisar que van marcando los hitos del desarrollo; pero son mucho más difíciles de definir los derivados de cambios psicosociales. La manera de hacer visible ante los ojos de la familia o la tribu el paso a la edad adulta, son los llamados ritos de paso o también ritos de iniciación. Cuando, en las culturas patriarcales, se superaban con éxito esos ritos el adolescente se presentaba ante su tribu como un adulto más, capaz de tomar sus propias decisiones, formar su propia familia eligiendo su propia mujer, engendrar a sus hijos, y hasta oponerse como adulto a su propio padre a la hora de luchar por un recurso escaso. En el caso de ellas, postergadas a espacios familiares, a esperar a ser elegidas como esposas para pasar luego a ser madres, los ritos de iniciación fueron siempre más íntimos y ligados en general al inicio de su etapa fértil marcada por la primera menstruación.

La definición de edad adulta es actualmente más difícil de precisar, el momento del paso de una edad a otra cuando ya no se deja el hogar familiar hasta edades cercanas a la treintena ha difuminado el momento. Sin embargo los ritos de iniciación siguen manteniendo su vigencia. Durante mucho tiempo y hasta hace pocos años el momento de la talla de los varones que iban a incorporarse al servicio militar, del que se volvía "hecho todo un hombre", marcaba ese momento especial. Se accede con 18 años a la mayoría de edad legal, a poder votar, a ser responsable de los actos sin que te protejan ya las excepciones previstas en la Ley del Menor. Eran los Quintos, tan celebrados todavía en los entornos rurales donde los grupos humanos, la familia, los vecinos del barrio, los conciudadanos aún pueden conocerse cara a cara. Además en las civilizaciones occidentales la liberación de la mujer, la conquista de sus derechos y una nueva concepción de la identidad de género fueron dando paso a los avances en el comportamiento sexual y en control de la natalidad porque la mujer juega ahora un papel de persona y no de mera reproductora sujeta al varón. Con esa nueva concepción los ritos de iniciación empezaron a tener, como en el varón, un carácter más social (primeras relaciones a los ojos de todos) independizándose del carácter meramente reproductor de la novicia que espera un consorte que la extraiga de su familia.

En resumen la formación de nuestra identidad personal está inscrita en el contexto en que nos toca vivir: para un esquimal representará traer a su iglú el primer oso blanco cazado por él mismo, ¿y para nuestros adolescentes -que se consideran sexualmente educados, que no encuentran trasgresor besarse en público- será, quizá, ser vistos borrachos por primera vez? Parece que lo que significó hace treinta o cuarenta años el tabaco como rito de paso ha sido sustituido por el alcohol, una vez que la calle ha sido tomada por los jóvenes que desde muy temprana edad tienen ya llaves de su casa (en las zonas rurales incluso las casas tienen varias puertas que además no están cerradas con llave) y sus padres no les preguntan "¿ a dónde vas?" cuando les ven salir. Para muchos de los adultos actuales, ya mayorcitos, la iniciación, aparte del temblor ante el sexo opuesto y el acercamiento a las drogas, la supuso el enfrentamiento contra las llamadas fuerzas del orden, los grises, en las manifestaciones universitarias que se repelían a porrazos. Ahora mismo jóvenes estudiantes de algunas ciudades inician su paso a la edad adulta protestando en contra de los recortes educativos o de la corrupción política y para ello enarbolan libros como armas y acaban por el suelo por los golpes de la policía. Mientras tanto otros adolescentes salen de esa edad difusa sosteniendo en alto garrafas de plástico y acaban por el suelo sufriendo los efectos del alcohol encerrado en ellas.

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