El país de las maravillas

"Ya hemos llegado a mi tierra, ahora nos queda lo más difícil". Corten? Hay que repetir. Vuelta atrás y la misma escena. La película era del Oeste. Montados en sendos caballos, que parecían drogados por las muestras de cansancio, dos vaqueros llegaban a la orilla del río Alberche y, quitándose los sombreros, una y otra vez repetían: "Ya hemos llegado a mi tierra, ahora nos queda lo más difícil". El sudor era verídico y cuanto más repetían la escena mejor les salía, puesto que más se acercaba a lo real: dos tipos auténticamente agotados. Esto ocurría en una de esas excursiones en las que ?"los frailes que buenos son que nos llevan de excursión"? pasábamos el día lejos del internado. Unos doce años tendría yo entonces y estas ocasiones no se presentaban todos los días. Tampoco hace falta decir que la imitación de aquello fue la comidilla para una temporada.

Además, se me interiorizó de tal manera la frase del vaquero que puede decirse que fue uno de esos primeros aforismos que marcaron mi vida. Lo más difícil no es llegar, sino mantenerse. Y el marqués de Iria Flavia iba más allá: "El que resiste, gana". Sin embargo, el oficio de actor, tan idealizado hasta entonces, lo sentí muy distinto a como se ve desde afuera. Aquellos dos individuos, al sol de fin de curso, estaban siendo auténticamente maltratados.

El otro día, con la jura del nuevo Rey y la recepción de 2.000 invitados a quienes, uno a uno, les fue dando la mano, me pareció, más que la repetición de una escena con cambio de caras, que era lo que realmente estaba sucediendo, una crueldad contra los Reyes que no es para arrendarles las ganancias. Gestos de noblezas de otras épocas que con haberles dado el e-mail para que les mandaran un correo hubiera bastado y sobrado.

Pero no, las Alicias de ayer y sus venerables consortes, hartas y hartos muchos de ellos de decir, por snob, que son republicanas/republicanos, estaban allí recordando sus años de infancia, de cuando llevaban a Don Felipe en la carpeta de clase como a un principito salido de los cuentos. "Y yo también, señor, yo también le llevaba", terciaría algún que otro pelotilla. Todo como si el Rey Felipe VI no se diera cuenta que poco a poco le fueron dando el cambio por el inefable Michael Jackson o por el Rey del Pollo Frito.

Ahora ya sabe Don Felipe lo que le espera. Ahora puede decir lo de aquella película: "ya hemos llegado al Reino, ahora me queda lo más difícil".

El deseo de la gente de mi generación, que está en medio de los dos reyes ?quince años nos equidistan del Rey saliente y otros quince del entrante? está en la onda de que se libere cuanto antes de la mayor parte del séquito, y sepa Su Majestad que se le va a querer como rey si es tan ejemplar como lo fue cuando príncipe.

Este ciudadano, con quien se lo merece, quiere ser lo más educado posible, pero querría recordarle a Don Felipe VI que identifique a quienes han recortado en la Educación de los pobres y los expulse del oráculo, porque, si no, la masa no va a llegar siquiera a la categoría de "friki" de la nueva Ilustración: "Todo para el pueblo pero sin el pueblo".

Y si Su Majestad, por ejemplo, no reivindica una letra para el himno y la mayor parte de sus esfuerzos los emplea en conseguir trabajo digno para todos y ningún desahucio más, no le quepa la menor duda que el sentimiento republicano puede esperar como un servicio más a los españoles.