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La Iglesia no es una ONG
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La Iglesia no es una ONG

Actualizado 22/06/2014

El Papa Francisco ha repetido varias veces esa frase. Con ella no trata de desprestigiar a las Organizaciones no Gubernamentales, que tantas veces contribuyen a despertar nuestra conciencia ante la pobreza y la marginación.
La fe cristiana no aliena a los creyentes ni los aleja de las necesidades del pueblo. En su exhortación "La alegría del Evangelio", el Papa Francisco afirma que "en el corazón mismo del Evangelio está la vida comunitaria y el compromiso con los otros" (EG 177).
Nuestra fe en el Dios trinitario promueve el amor al prójimo, la fraternidad y la justicia. La esperanza cristiana mira a un futuro absoluto, pero siempre genera historia y cultura en el presente. Y el amor se concreta en medidas sociales. La fe no puede relegarse a la intimidad de las personas.
"Una auténtica fe ?que nunca es cómoda e individualista- siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra" (EG 183).
Si somos fieles a esa fe, hemos de cooperar para resolver las causas de la pobreza, promover el desarrollo integral de los pobres y hacernos solidarios con las miserias humanas. Para el Papa, "la posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien común, por lo cual la solidaridad debe vivirse como la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde" (EG 189). Según él, "existe alimento para todos; el hambre se debe a la mala distribución de los bienes y de la renta? y de la práctica generalizada del desperdicio" (EG 191.
Pero la solidaridad no se limita a asegurar a todos la comida. Hay que promover la educación, el acceso al cuidado de la salud y a un trabajo libre, creativo, participativo y solidario, dotado de un salario justo.
El Evangelio nos exhorta a escuchar el clamor de los pobres (EG 193-195), pone ante nuestros ojos la alienación del consumo y nos recuerda que "el corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo se hizo pobre" (EG 197).
El Papa repite una frase que ha hecho famosa: "Quiero una iglesia pobre para los pobres" (EG 198). Hemos de prestar atención a las nuevas formas de pobreza y cuidar la fragilidad humana (EG 209-210).
Esa fragilidad se revela en los nuevos esclavos, en las mujeres maltratadas, en los niños por nacer, y aun en el conjunto de la creación. "Todos los cristianos estamos llamados a cuidar la fragilidad del pueblo y del mundo en que vivimos" (EG 216). Con todo, no formamos tan solo una ONG. Tenemos la misión de anunciar y promover el Reino de Dios.
Si olvida esa vocación, la Iglesia pierde su misión profética. Leonardo Boff escribió que no hay Eucaristía sin pan, pero cualquier pan no es la Eucaristía. Sin tratar de paliar el hambre de pan no se puede anunciar la gloria. Pero las medidas sociales no pueden ocultar la esperanza cristiana.

REFLEXIÓN-Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo

La Iglesia no es una ONG | Imagen 1

DEL MANÁ DE MOISÉS AL PAN DE JESÚS

En el libro del Deuteronomio se ponen en boca de Moisés algunos discursos en los que recuerda al pueblo de Israel la asistencia que Dios le prestó en el desierto: "Él te afligió haciéndote pasar hambre y después te alimentó con el maná -que tú no conocías ni conocieron tus padres- para enseñarte que no solo de pan vive el hombre, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios" (Dt 8,3).

El maná quedaría en el recuerdo de Israel como el signo de la protección que Dios le había dispensado a lo largo de su camino por el desierto. Sin él no hubiera sido posible sobrevivir en la estepa.
Recordar el maná que Dios les había dado era para los hebreos recordar al Dios que les había dado el maná. Ese recuerdo exigía de ellos una sincera gratitud. En el relato de las tentaciones, Jesús cita esa frase para indicar que escuchar la palabra de Dios es el único modo de vivir en la verdad y en la fidelidad al Señor.
SACRAMENTO DE LA VIDA
Después de la multiplicación de los panes y los peces, las gentes siguen a Jesús. En realidad tienen hambre de pan y hambre de orientación para la vida. De sobra sabe él que muchos lo siguen por el interés. Pero en el largo discurso que pronuncia en la sinagoga de Cafarnaún, Jesús explica el sentido último del pan que él ofrece a las gentes. .
La multiplicación de los panes revela lo que el Maestro es y la misión que le ha sido confiada. En el texto que hoy se proclama (Jn 6,51-58), Jesús recuerda el maná del desierto: "Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron. El que come este pan vivirá para siempre".
Vivir y vivir con dignidad es una aspiración universal. Vivir para siempre parece una utopía. O un milagro, inalcanzable por las solas fuerzas humanas. Pero Jesús proclama que el pan de su vida y el pan de su palabra anuncian y realizan ese milagro de la vida sin término.
La fe cristiana sabe que anunciar y realizar son las dos notas de todo sacramento. Así que el pan de Cristo es en verdad el sacramento de la vida.
VIÁTICO PARA EL CAMINO
En esta fiesta, en que veneramos el Cuerpo y la Sangre de Cristo, meditamos y agradecemos el don de su cuerpo y de su sangre.
? Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo". Jesús se identificará con la puerta del redil y con la vid a la que se unen los sarmientos. Ahora se identifica con el pan. Estas imágenes nos dicen que él es necesario para nuestra salvación. Él viene de Dios.
? "El que coma de este pan vivirá para siempre". Dios es la fuente de la vida. Y Jesús viene de Dios. Es Dios. Así que alimentarse de Jesucristo, de su palabra y de su vida, es el camino para poder vivir una vida sin término.
? "El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo". El pan de la palabra y el pan de la eucaristía constituyen el sustento necesario para conservar la vida de la fe, de la esperanza y del amor. He ahí el camino para un mundo nuevo.
- Señor Jesús, en el don de tu pan, de tu palabra y de tu vida nos libras del hambre, del cansancio y de la muerte. Que tu cuerpo y tu sangre sean siempre viático para nuestro camino. Amén.

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