Seis meses habían transcurrido desde la última vez. Sentía que lo extrañaba, que me apetecía más que ninguna otra cosa y que la espera se volvía eterna. Llegó, como acaban llegando todas aquellas cosas que se esperan durante cierto tiempo: con ilusión, con alegría, con satisfacción.
Dejé la maleta en el hotel y con una prisa que no percibía pero que estaba ahí deshice el equipaje, y salí corriendo. Con paso ligero y en unos instantes estaba en el paseo, yo sola, conmigo misma, mirando al mar. Respiré profundamente, queriendo atrapar ese aroma único que desprende el mar y la arena en un radiante día de sol, y me sentí tranquila, muy, muy tranquila.
Bajé las escaleras, ya serena, sin la prisa que me llevó hasta allí. Ahora estaba donde quería estar hacía ya tiempo, observando el ligero movimiento del mar y sabiendo que en treinta peldaños las manoletinas estarían de mi mano y mis pies disfrutarían del suave tacto de la arena. Continué, muy despacito, peldaño a peldaño, bajando, y al fin llegué, y me descalcé, y mis pies se fundieron con la arena, y se detuvo el tiempo.
Podía ser aquel día o cualquier otro, en cualquier paraje, no importaba, estaba en ese lugar al que tanto había tardado en llegar y estaba bien, con esa tranquilidad que me sabe a felicidad, con esa sensación única de estar en el lugar al que tenías que llegar en ese preciso instante. Sabía que la espera larga no había sido por el mar ni por la playa ni por algo que estuviera en algún paraíso lejano?ese momento que quería celebrar junto al mar, yo sola, era la confirmación personal de que todo lo vivido hasta este 2014 había sido necesario para sentirme como me sentía.
Había llegado, ¡por fin!, la calma me acompañaba mientras el cosquilleo del agua mojaba mis pies y sentía una paz y una tranquilidad tan deseada que hubiese atrapado el momento para siempre. Seguí paseando y pensando, ¡me sentía tan bien, tan ligera! Continué un buen rato hasta que me di cuenta de que tenía otras cosas que hacer, pero no me importó, aquel paseo me lo había confirmado: cada sueño requiere una espera.
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