Jueves, 09 de mayo de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Felipe VI
X

Felipe VI

Actualizado 04/06/2014
Miguel Mayoral

Como siempre la vida cultural, social y política de nuestro país se sigue alimentando de mitos, de imágenes prefabricadas y, sobre todo, de frases hechas, que han servido para crear la sensación de que se está por encima de todo, aunque a veces no exista coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. El progre y el progresismo es el gran modelo de lo que muchos dicen ser, y que alimentan para vivir de espaldas a sí mismos y a los demás. Un modelo que para muchos, desde el punto de vista de la imagen, los sitúa por encima de los demás. Siempre parecen hacer lo correcto, porque todo lo que hacen es moderno, es progre, y se opone o está por encima de lo establecido y de los otros que son siempre unos ignorantes.

La ostentación económica era condenadamente capitalista hasta que el progresismo decidió abandonar la pana y los coches sin aire acondicionado. A partir de entonces aquellos hábitos denostados se convirtieron en correctos. El cartel de la modernidad y el progresismo siempre ha monopolizado lo que podría denominarse "cultura urbana" y la liturgia de la imagen. Pero a principios del siglo XXI se ha conseguido la cuadratura del círculo al poder seguir predicando aquellos valores de antaño, como el pacifismo, la defensa de los trabajadores, la solidaridad con los oprimidos, etc., mientras en la vida diaria se practica un capitalismo de lo más corriente, un egoísmo de toda la vida. El progresismo adapta sus mensajes a sus necesidades e intereses, y nadie le censura por abandonar, y olvidar lo dicho y lo hecho. La vida nos enseña a todos a sobrevivir. Las sensaciones no precisan de actitudes coherentes y consecuentes. Al final todos queremos estar en la cresta de la ola. Como escribió Alfred de Musset: "el mal del siglo tiene que ver con dos cosas: lo que era ya no es, y lo que será no es todavía".

Aunque la edad de los héroes por excelencia es la adolescencia, todavía los hay que en la madurez quieren ser héroes. La sociedad actual gira alrededor de la figura de héroes tangibles o virtuales, héroes de nuestro tiempo, jóvenes de éxito, líderes carismáticos o no que suscitan admiración, incluso los jóvenes más anarquistas o extremistas, etc.

El héroe griego, el ejemplo clásico, era joven porque era imprescindible que tuviera presencia física y habilidad en el uso de las armas, y soportara las cargas que le imponía su comunidad. De él y sus gestas dependía la libertad de su pueblo, pero la leyenda le llegaba con la muerte. Con la muerte se les reconoce a los héroes como tales, y un último elemento que los sacralizaba era su alianza con algún dios del Olimpo. Ejemplos de estos todos los conocemos. Con este ejemplo entendemos muchos comportamientos de algunos líderes políticos, religiosos, etc, de nuestros días.

El comportamiento del héroe es siempre puntual, como solución a unas circunstancias que no pueden aplazarse, en ese escenario afirmará su destino. Desde luego no se puede subestimar a los héroes positivos, de hoy en día, que dan su vida por la libertad, el desarrollo de los oprimidos, la paz, etc. Pero lo que es preocupante es la creación, uno tras otro, de pseudohéroes por los medios de comunicación de masas, que incluso mueren sin ningún sentido pero que arrastran a un gran número de población.

Bertolt Brecht, el gran dramaturgo alemán, decía: "Felices las sociedades que no necesitan héroes", con ello quería demostrar su preferencia por las sociedades o grupos en los que todos somos protagonistas como un todo, en la que todos remamos en una dirección, en la que todos somos solidarios en positivo. Debemos ser protagonistas de nuestra vida cotidiana y por tanto de nuestra sociedad, o sino sólo seremos los héroes de la barra del bar, de la droga, del estadio de fútbol, de los falsos rumores, de la mentira, de la violencia, del trabajo ajeno, del poder del cuchillo, las metralletas, en definitiva, héroes de la nada. Héroes convertidos de este modo en víctimas de sí mismos y, lo peor, que arrastran a otros para justificar su inoperancia.

Tenemos una sociedad que no sabe proponer nuevas utopías que ayuden a crear un futuro de todos. Hay que saber encontrarle un sentido al mundo para que mejoren las cosas cotidianas, las de todos. Es preciso enriquecerse de nuestra propia fantasía, en definitiva de nuestra historia, y alimentar de ella el mundo de nuestras propias ideas y de las aspiraciones, de nuestra autoestima, soñar con los ojos abiertos, y amarnos los unos a los otros para ser conscientes de lo que nos rodea, para reconocer los errores ante los demás, para no tener miedo. España no puede por ello olvidar su legado histórico, ni transformar su historia, ni olvidarse a si misma.

Admiremos a las personas modelo como SAR el Príncipe de Asturias, futuro Rey Felipe VI, que tienen una trayectoria de vida. El modelo enseña a vivir y a morir. El modelo se articula en el tiempo y muestra una trayectoria coherente, valor y respeto, desarrollo y madurez de la que se toma ejemplo, se aprende. Las personas modélicas te conducen a una realidad además que fascina la de ayudar a los demás, en definitiva la del grupo.

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.

Comentarios...