Confieso sin reparos mi amplia ignorancia televisiva, por supuesto mayor respecto a ciertas cadenas que a otras, y mi limitada incursión en las redes sociales. Con eso quizás pueda entenderse que ni sabía que existía una candidatura a las elecciones europeas con el nombre y características de la que en esta semana nos han informado todos los medios y han editorializado hasta los más prestigiosos. No es un fenómeno anecdótico por tanto y llama mucho la atención.
Tras el sorprendente resultado electoral ?en lo que a esta agrupación se refiere, en absoluto a casi todas las demás- han empezado no sólo cábalas para trasponer sus reflejos en todas las demás elecciones, sino además posiciones defensivas por quienes están cerca del poder, sea político o económico, y difusiones aún más llamativas de influencias, preferencias, apoyos, incluso económicos, de países que no son ni mucho menos modelo de democracia.
Estoy pensando, obviamente, en la nada modélica situación política venezolana, que vista desde la perspectiva de la protección de los derechos constitucionales y de la garantía de los órganos jurisdiccionales hace tiempo que se ha convertido en antimodelo a seguir, sin entrar en discursos políticos dogmáticos o antidogmáticos. Sorprende aún más lo que se nos dice de la vertiente iraní de esta opción política, que a mí me cuesta muchísimo creer, si no es por la vía del todo vale si es antisistema.
Con esto que acabo de exponer no me quiero poner en contra de esta opción, que a primera vista me pareció refrescante, como las colonias de verano, sugestiva, por bastantes de las propuestas que en esta semana he podido indagar, y utópica en algunas otras por lo de siempre, y que en mis páginas ya he mencionado otras veces: "Y todo esto ¿quién lo paga?".
En definitiva, que me he colocado en una posición de expectación para lo que pueda ocurrir en los próximos meses, como casi todo el mundo. Crítico como he sido muchas veces de las opciones políticamente asentadas ?creo que incluso como muchos de los propios militantes de las grandes opciones-, y temeroso de que surgieran opciones meramente aventureras y destructivas, sin alternativa sensata, me resulta curioso observar los derroteros estratégicos de este grupo que hace nada no era ni partido político.
Hay que ver si es verdad lo que dicen de que no es sólo una personalidad fuerte rodeada de acólitos, hay que ver si la limpia que prometen es razonable y aceptable ?lo de la supresión del Senado, con todos los respetos para los senadores, lo había propuesto hasta yo, en cuanto me tocaron el sueldo-, hay que ver si los partidos mayoritarios se adaptan por fin a las reclamaciones sociales y dejan el apoltronamiento habitual, etc. etc.
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