Resulta que en nuestro país a nadie parece interesarle el debate sobre la Unión Europea. Como que nos pilla lejos. Y que la Junta Electoral Central prohíbe que se haga campaña institucional para estimular el voto. La excusa es proteger la abstención. Una abstención que, curiosamente, sólo beneficia a los dos grandes partidos que ostentan el duopolio del poder patrio. Un doupolio que se esfuerza en no hablar de Europa y en colocar en sus listas a todos los esforzados y abnegados militantes a los que tienen que recompensar por sus silencios y sus trabajos sucios.
Aunque este texto sea sólo una gota en el océano, no voy a dejar de cumplir con mi responsabilidad de periodista al servicio del bien común. Por eso voy a explicar, brevemente, por qué hay que ir a votar este domingo.
El 25 de mayo 400 millones de ciudadanos europeos, de los 28 países miembros de la Unión, estamos llamados a las urnas para elegir a 751 diputados. En España somos 35 millones largos los que podremos votar para elegir a 54 eurodiputados. Lo del Parlamento Europeo es un auténtico monstruo.
Pero a lo que vamos. No votar, no vale. "Votar o no votar, es libre, pero no somos libres del resultado". Creo que es la única vez que he estado de acuerdo con el señor de la cita.
Y para terminar, algunas consideraciones sobre los votos de castigo. Ya he dicho que la abstención favorece a los dos partidos mayoritarios que han demostrado a lo largo de nuestra historia su ineptitud. El voto nulo se elimina del recuento, por lo que aumenta la proporción de todos los partidos y beneficia a los que se quiere perjudicar. Mala opción, aunque el cuerpo nos pida meter en el sobre la foto de un mono o una rodaja de chorizo. Así no.
El voto en blanco tampoco interesa. Perjudica a los partidos minoritarios ayudando a que desaparezcan. Se trata de un voto que se contabiliza y disminuye la proporción del reparto. Y no queremos ir hasta la urna para cambiar las cosas y, en realidad, estar contribuyendo a que sigan igual.
La opción buena, la del sí-se-puede, la verdaderamente útil, la que hará posible una primavera equis de progreso y democracia unida por un mundo más justo es la de meter en el sobre la papeleta de un partido pequeño. El que sea. Hay decenas de opciones. Todas ellas son estupendas. Y ya no vale lo de que es que yo no sabía. Lo dicho, a votar a los pequeños, que es lo que más duele a los grandes.
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