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En mi voto mando yo
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En mi voto mando yo

Actualizado 20/05/2014

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¡Qué lástima que se haya muerto José Luis Sampedro! No pudo trascender más allá del 12 de abril de 2013. Lo recordé el pasado día 15 cuando se cumplieron tres años desde las primeras protestas de los indignados. Sampedro fue uno de los españoles que mejor supo explicar lo que estaba y está ocurriendo en el mundo. Decía Sampedro, con esas palabras de tono bajo que solo las saben utilizar los "honoris causa" de la moral "que en la actualidad se amasan bienes solo con el deseo de tener más que los demás".

Hoy intento imaginar qué diría José Luis ante las elecciones que se aproximan. Con toda seguridad, sabias palabras nos llevarían a indignarnos con mesura: "Vamos a ver, si estamos en las Antípodas de lo que debe ser una solución a la fractura entre pobres y ricos, votemos hacia la luz, con lo que no votaremos a los que hay que botar. O sea, esos que con oscuridad y alevosía desahuciaron a las clases medias y bajas mientras les sujetaban las manos con las cuerdas de los derechos rotos".

Y creo que lo diría presuntamente aún mejor: "Acordaos ahora las veces que empleasteis la palabra 'éstos nos llevan?'. Sí, éstos nos llevan a implorar peonadas a las plazas de los pueblos, estos nos llevan a que los dependientes se mueran o anden; estos nos llevan a que volvamos a una sociedad de clases en la que los méritos sean contantes y sonantes; estos nos llevan a perder la jubilación con la exclusión del trabajo a los cincuenta años?.". Sí, estos nos llevan a?

¡Más Europa!, palabras grandilocuentes. Una Europa muy preocupada de las altas finanzas y descuidada con los pobres del sur, que se les han perdido, y donde la corrupción no se persigue, las mujeres vuelven a casa, los comedores sociales hablan español, no hay pasajes de Melilla a Alemania, la libertad está bajo sospecha? Una Europa que huele a Dior, calza Vuitton, viste Versace y permite paraísos fiscales en su territorio.

El pobre, ya se sabe, como España, huele a pueblo, ha heredado los callos de su abuelo, es un ordinario y ni siquiera es creyente del neoliberalismo. Todo ello aunque tenga dos carreras. En Europa no quieren este pobre. El pobre que quieren en Europa es el que se dé cuenta que el bueno no es él sino la herramienta con la que trabaja. El pobre de hoy es aquel que se creía "que con trabajar bien era suficiente". No, amigo, ahora se va a comer sus propias arcadas. Que vaya a la empresa con su contrato de autónomo bajo el brazo y que sea el mejor de los seis millones de la reserva.

Decía José Luis Sampedro, recordando a Madariaga, que "en mi hambre mando yo". Toda una lección de dignidad cuando ya no nos queda nada. Hoy, que se lo han repartido todo, Sampedro diría que "en mi voto mando yo". Pero hablemos claro por el bien de la democracia: si usted es una persona libre y quiere votar como piensa Marhuenda, hágalo así, yo siempre respetaré que usted vote con total libertad.

Pero déjeme decirle que el voto no debe ser de castigo, pues con que vuelvan los votantes a su estado natural, de donde nunca debían haber salido, con eso basta. El espíritu del '86 queda ya muy lejos y en esta Europa de la macroeconomía, si no cambia el rumbo, se hundirá por desesperación de los desfavorecidos, y nadie, ni el más inteligente, ya sea Cañete, dirá aquello de "las mujeres y los niños primero".

El primero será el dinero y seguirá tocando la música.

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