Del encanto de la trashumancia, a la tradición mágica del pastoreo en Horcajo

Eulogio Sánchez Gordo es pastor desde la cuna, vive en Horcajo y ha pasado toda su vida entre animales; los conoce, los entiende y los quiere; interpreta sus gestos y necesidades. Su experiencia, adquirida tras muchos años de oficio y dedicación, muestra cómo el hombre y el medio se complementan ayudándose mutuamente a subsistir. Eulogio es un ejemplo del significado y debe entenderse por economía sostenible. Por él y otros como él, que han elegido esta forma de vida, la zona de las sierras de Béjar y Francia ha recibido la declaración de Reserva de la Biosfera.

¿Por qué decidió ser pastor?

El oficio me viene de mis abuelos a través de mis padres, pero creo que no continuará después. Tengo dos hijas ya mayores trabajando en otros menesteres y pienso que, aunque mi mujer y yo hemos sido felices con esta vida, este oficio es demasiado esclavo y como todos los padres, quiero algo mejor para ellas.

Los animales no entienden de vacaciones ni de fines de semana, comen todos los días. Cada mañana, cuando me levanto sé que me esperan al menos 30 kilómetros, quince de ida y quince de vuelta, llueva, nieve o haga calor, me encuentre mejor o peor.

¿Cree que este oficio se puede aprender?

Creo que es difícil para alguien nuevo que quiera dedicarse al pastoreo.

Se aprende desde que naces, como algo natural, igual que aprendes a hablar o a andar. A medida que vas creciendo en este ambiente, vas escuchando las conversaciones de los mayores en casa. Sin darte cuenta, conoces a todas las crías, sabes quiénes son sus madres, aunque hayan nacido treinta o cuarenta en un mismo día y las metas a todas juntas en un corral. Involuntariamente te fijas en detalles que se van colando en tu vida, sin estudiarlos. Sin saber cómo, eliges la zona mejor para tus rebaños en función del agua o escogiendo los pastos, evitando que el terreno se agote. Mi biblioteca ha sido el día a día.

¿En qué consiste la producción de un rebaño como el suyo?

De las ovejas se aprovecha su lana y la carne de los corderos; de las cabras, su leche para la producción de quesos y la carne de los cabritos.

Pero la lana está muy barata, en estos momentos, se paga aproximadamente a 30 céntimos el kilo. El precio lo pone el intermediario que la compra, no hay competencia, o la vendes al precio que estipulan o te quedas con ella. Su precio varía mucho en función de si la oveja se cría en una región o en otra. Por ejemplo, en Extremadura la están pagando al doble que aquí.

La calidad y el sabor de la leche, de la carne y de la lana dependen mucho de la alimentación de los animales, si comen una planta u otra. Es como si esa leche o esa carne la estuvieras macerando en jara, en tomillo o en romero.

¿Qué nos puede contar de la trashumancia?

Yo he vivido con mi padre muchos años de trashumancia hacia Extremadura, cogíamos el cordel y pasábamos largas temporadas en esa zona, pero ya hace más de 20 años que lo dejé. Los últimos tres ya no bajé a pie con los rebaños, ya utilizamos camiones para el transporte de los animales.

Llega un momento en que no merece la pena pagar un arrendamiento de una finca allí, además, ya no puedes pasar de una provincia a otra, y mucho menos de una Comunidad a otra, por la lengua azul, porque te exigen muchísimo papeleo y vacunaciones. O te arriesgas a bajarlas y que luego no te las dejen subir, paralizándotelas un año o dos con los costes que eso puede suponer.

Aunque mis motivos fueron más bien familiares. Cuando mi madre enviudó quiso quedarse en Horcajo y yo no pude dejarla sola.

¿Cómo recuerda aquellos años de trashumancia?

Antes de los rebaños, mi padre había bajado con vacas bravas a Extremadura, si alguna se quedaba cansada o había parido, la dejaban en el cordel hasta que pudieran volver a recogerla a ella y al churro pequeño. Cuando yo iba con mis rebaños, recuerdo ir siempre pendiente del tipo de manada o rebaño que iba delante, acordándome de mi padre, pensando si me iba a encontrar en cada recodo del camino con una vaca brava solitaria defendiendo a su cría. La verdad es que se pasaba miedo. Además eran muy peligrosas las peleas entre ellas, pues podían darse la vuelta y arrollarnos sin posibilidad de cobijo una vez enfilado el cordel. Estas calzadas facilitaban la trashumancia, pero también tenían sus peligros.

Sin embargo, me encanta Extremadura, es una tierra más agradecida que la nuestra y menos dura de trabajar, las temperaturas más agradables influyen en que haya más comida para los animales y estos se hacen más productivos. Además, me encanta el carácter de sus gentes, mira si me gustan, que me casé con una.

También recuerdo cuando las cañadas atravesaban los pueblos y la gente salía a vernos pasar. Nos ofrecían comida caliente y vino?, entonces yo era un chaval y con mil pesetas era el rey.

¿Actualmente que terrenos ocupa con sus rebaños?

La Dehesa de Horcajo, que es donde yo me muevo con mis animales. Es de Icona y del Ayuntamiento, son tierras comunales, las alquilamos durante seis meses y luego pasamos a tierras de particulares. De enero a mayo está cerrada para que brote, después se meten las vacas y posteriormente entramos nosotros con las ovejas y las cabras.

¿En que consiste su día a día?

Desde las seis y media de la mañana que me levanto, hasta las diez de la noche, es mi jornada laboral, de sol a sol. Lo primero que hacemos mi mujer y yo es ordeñar las cabras, luego bajo la leche al tanque, después regreso a casa y echo de comer a los animales que tengo allí, cochinos, perros, ovejas que aparto porque están recién paridas.

Las ovejas recién paridas no las llevo al campo porque a una hora por la tarde se vuelven para casa llevándose a todo el rebaño detrás, y no hay manera de retenerlas, sienten que es la hora de dar de mamar a su corderito y me obligan a recoger antes el rebaño completo, por eso no las llevo hasta que el cordero es lo suficientemente grande como para poder acompañar a la madre.

Después de la faena de dar de comer a los animales que se quedan, ya me voy al campo con el resto y allí paso todo el día con ellos. Por la noche recojo todo el ganado en unas naves que tengo a la entrada del pueblo y allí separo a las ovejas de las cabras, echándoles el forraje para la noche. Esa es mi última labor del día

¿Interviene usted de alguna manera en el control de la producción?

Tengo 180 ovejas y 100 cabras, cuatro carneros para cubrir a las ovejas y tres machos para las cabras. Nosotros intentamos controlar la producción para disponer de carne y leche en las fechas de mayor demanda, pero no es fácil.

La ganadería es una actividad en la que se presentan multitud de imprevistos, estás trabajando con seres vivos. Por ejemplo, yo sé que con menos machos de los que tengo tendría suficiente para cubrir a todas las hembras, pero sin embargo, el año pasado, un carnero me mató a un macho cabrío de un tremendo cabezazo ?son mucho más agresivos que los machos cabríos, pese a la leyenda que hay sobre estos últimos?, y me quedé sólo con uno.

Tengo varias razas de cabras, unas aportan resistencia, otras productividad.., voy buscando rentabilizar y mejorar mis rebaños. Incluso?, voy a contarte algo curioso de los cruces entre especies, las ovejas hoy en día las conocemos sin cuernos, pero siempre han tenido cuernos, lo que pasa es que se han ido quitando razas y ahora les han desaparecido, y en dehesas en las que hay venados, las cabras a veces son cubiertas por ciervos y los cabritos pueden salir con seis o siete cuernos.

¿Los rebaños hoy en día, en esta zona, tienen enemigos naturales?

De momento por aquí no tenemos lobos, pero se está oyendo que los hay por la parte de Zamora. Aquí lo que diezma los rebaños son las enfermedades, como el carbunco. Puedes ver a una oveja tranquilamente pastando y de repente se echa y ya no se vuelve a levantar, son animales delicados, y sobre todo las cabras.

La lengua azul es una enfermedad de la que he oído muchísimo hablar, pero realmente no la conozco porque gracias a Dios aquí no ha aparecido. Entre las cabras, la enfermedad más común es lo que nosotros llamamos gota; las ubres sangran y producen agua en vez de leche; las articulaciones se les hinchan, pero no suelen morir, dejan de dar producción durante el tiempo que están enfermas, que suele ser uno o dos años.

Los calostros son muy importantes en el primer día de vida de la cría porque son una vacuna para todo tipo de enfermedades, si una cría no mama el primer día, te puedes despedir, porque sabes que no sobrevivirá. Hasta los animales estabulados, que son alimentados desde que nacen con leche artificial, los calostros siempre los toman. Aunque, para mí, el ganado estabulado no tiene la misma calidad; los cabritos y corderos no saben igual.

¿Qué se hace cuando un animal enferma?

Ahora se llama al veterinario, pero antes se utilizaban remedios que resultaban tan eficaces como fantásticos, en el más estricto sentido de la palabra.

Actualmente algunos de ellos aún se utilizan. En verano los 'zarajuelles' o el pasto, se les mete en los ojos con facilidad; a veces, ese ojo se infecta y se queda blanco, como con una nube. Para ello se le hace al animal un agujero en la oreja contraria al ojo dañado, se le pone un cordón de cuero con dos nudos si es a la derecha, y tres si es a la izquierda, el cordón se le pasaba por el ojo y éste se cura en pocos días, sin necesidad de ningún tratamiento.

Hace pocos días, un ganadero vecino, que siempre suele estar por aquí, tenía una yegua con los ojos malos, estaba quedándose casi ciega, no había respondido a los tratamientos veterinarios. Un gitano le dijo que le pusiera al animal, directamente en los ojos con una pluma de gallina, miel natural, y le ha recuperado la vista, la nube que tenía se le cayó inmediatamente.

Otra cosa habitual es que la humedad les produzca heridas en las pezuñas, sobre todo en invierno, para curarlas se utilizaba el terrón con la hierba del lugar en el que había una pisada del animal, recogido en una hora determinada antes de salir el sol, con una azada, esa tierra con la hierba hacia arriba, se colocaba en la pezuña, cuando la hierba se secaba, después de decir una letanía que tengo recogida, pero que en estos momentos no me acuerdo, la herida se curaba.

Otra enfermedad terrible es la que se conoce como 'cocos'. Se produce cuando una mosca pone sus larvas en una herida o rozadura que tenga el animal en una zona que no pueda lamerse, esas larvas le infectan y acaba por morir. Pero he visto un ritual increíble con uno de mis perros. Una mujer del pueblo que observó que tenía un can muy mal encarado, al que nadie podía acercarse mas que yo, infectado de cocos, se ofreció a conjurarlos asegurando que el día después del conjuro el animal sanaría; incrédulo, me dejé llevar, más por curiosidad que por creencia; me condujo hasta el huerto del cura a recoger unas hierbas que nosotros llamamos marrubios; me dijo que esa hierba tenía características diferentes según fuera macho o hembra y que eso se distinguía por las raíces; para conjurar los cocos, sólo valían las plantas macho recogidas al amanecer. A primera hora de la mañana del día siguiente fuimos de nuevo al huerto, recogió la hierba, dijo unas palabras, la tiró hacia atrás, diciéndome que sólo tendría efecto si ella no miraba en siete días hacia el lugar en el que había caído la planta. En la mañana del día después, cuando fui a recoger a las cabras, el perro se vino conmigo al campo después de mucho tiempo sin haberlo hecho, estupefacto vi cómo por el camino y durante todo el resto del día, le iban cayendo de entre la piel los gusanos más gordos que nunca había visto, ¡le desaparecieron todos! El perro sanó.

Esa medicina ancestral, que casi podemos denominar 'mágica' porque desconocemos el nexo entre causa y efecto, y que ha ido transmitiéndose por tradición oral, está a punto de perderse. Agradecemos a Eulogio Sánchez Gordo su contribución a que esto no suceda.

Vídeo realizado por Ana Vicente para la Universidad Paulo Freire de ASAM.