ALBA DE TORMES | Días después de finalizar, entrevistamos al único salmantino que participó en esta prueba tan exigente
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José Miguel Flores Valle es el rostro de la superación, del querer es poder. Este joven albense afrontaba como aficionado su primera participación en la Titan Desert, una exigente prueba deportiva de alto nivel disputada en Marruecos que finalizó en el puesto 57º de un total de 431.
De profesión soldado en el Ejercito Profesional, hace seis años Flores pesaba 110 kilos, se dedicaba a comer bien y a salir de fiesta con sus amigos, hoy su ejemplo deportivo sirve de muestra para muchos vecinos de Alba de Tormes. En la Titan Desert pedaleó al lado de ciclistas profesionales y superó las dunas del desierto. "Llegó el momento de decir se acabó, no me encontraba bien, me compré una bici y hasta aquí he llegado", afirma José Miguel. Sin duda así se fraguó la transformación de un titán.
¿Qué tipo de entrenamiento requiere la Titán Desert?
Lo primero que hice fue dejar de correr, me dediqué solamente a la bici durante cinco o seis semanas. Durante la semana, dos días los dedicaba a entrenar tres horas en fondo y otros dos días dedicados a series de cambios de ritmo. Los fines de semana hacía rutas más largas de cinco o seis horas por carretera y montaña.
Di mucha importancia a entrenar fondo, basé el 80% de mi entrenamiento en la carretera y el otro 20% en caminos.
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La Titan Desert es una prueba deportiva pero también un negocio, existe un servicio de fotografías mientras compites. 12 fotografías cuestan 90 euros, luego existe otra modalidad en la que puedes adquirir un pack de 40 fotografías de la convivencia en el campamento en las que igual ni sales.
En alguna de las etapas cargaste con parte de tu equipaje, una dificultad añadida en la prueba...
Sí, hay una etapa maratón en la que hay que ser independiente durante dos días. En una mochila llevaba equipación limpia, colchoneta, cosas del aseo y herramientas para el mantenimiento de la bicicleta. El saco lo llevaba atado al manillar.
¿Qué paisajes tienes grabados en la retina?
El espectacular cañón de Bourredine de 7 kilómetros de longitud, me impresionó mucho competir entre dos paredes rocosas. Es complicado apreciar realmente lo que te rodea cuando estás compitiendo. Había participantes que llevaban durante la prueba cámara, yo me dediqué a competir. Ahora quizás me gustaría recorrer los mismos caminos pero de paseo, para disfrutar de todo lo que la competición no me dejó.
De los participantes profesionales ¿Cual te impactó más?
Como profesional Milton Ramos, que no mereció que le quitasen la victoria en la primera etapa y le penalizasen con 15 minutos. Él pasó por todos los puntos de control utilizando el GPS. Esta penalización le costó perder la Titán Desert quedando a ocho minutos del primer clasificado. No lo merecía.
¿Qué es lo más duro de la Titan Desert?
Lo peor para mí fue el largo kilometraje. Hay que tener en cuenta que en la cuarta etapa llevábamos tantos kilómetros como tuvo la edición anterior de la Titan. También he llevado muy mal la bebida, porque nos daban botes a temperatura ambiente y allí hemos alcanzado temperaturas de hasta 49º.
¿Y el tema de nutrición?
Depender tanto de barritas energéticas y geles durante la competición me llevó a aborrecerlas. De hecho llegó un momento que era oler los geles y darme ganas de vomitar, mi cuerpo no quería más. Los últimos días decidí prepararme pequeños bocadillos de jamón de El Ventorro que me dieron la vida.
¿Cuáles son tus próximos retos?
El 24 de mayo afrontaré los 10.000 del Soplao con bicicleta de montaña, también el Soplao por carretera (225 kilómetros) y la Quebrantahuesos el 21 de junio de 207 kilómetros por carretera.