El Estado del Malestar

Después de la larga travesía franquista, y los primeros años de transición, en España empezamos a vivir el Estado del Bienestar, un concepto que nació en 1945 tras la Segunda Guerra Mundial. Los ingleses lo llamaron el Welfare State lo que ya antes, aunque con menos contenidos, los franceses a mediados del XIX calificaron como Estado Providencia. El concepto venía a justificar el sistema capitalista y democrático al establecer un modelo de Estado que proveía de los servicios esenciales a todos los habitantes de un país. España tardó mucho más que otras naciones en llegar a ese Estado del Bienestar porque no fue un Estado moderno hasta el último cuarto del siglo XX. Pero nos llegó la oportunidad y la aprovechamos. Es lo que hemos venido viviendo, con sus errores pero también con muchos aciertos, en los últimos treinta años, meses arriba o abajo.

Pero llegó la crisis a finales del 2007 y alguien "mandó parar", que dice la canción. Se empezó a caer todo como si esto fuera de cañas y barro. Nos habíamos subido al guindo como nuevos ricos y el viento nos arrasó. Se empezó a desmantelar todo, comenzando por lo mejor que teníamos: la sanidad. Éramos la envidia de países más fuertes que nosotros, pero ahora los recortes han aumentado de forma exponencial las listas de espera en los hospitales públicos. Venían a montones ciudadanos de distintos países a operarse en España porque esto era Jauja. Y aquí muchos jubilados empleaban parte de su tiempo en las consultas médicas para pulir la salud. Todo era normal y nadie veía nada mal en todo ello. Pero se empezó con el copago de las medicinas, se redujeron médicos y enfermeros en los hospitales, se recortaron los presupuestos en toda la cadena de sanidad y volvieron a verse escenas tercermundistas en los hospitales. Las listas para operarse se empezaron a alargar de forma grave. Y ahí surgieron nuevas oportunidades para la sanidad privada, que si ya tenía muchos pacientes - porque, en general, también tiene prestigio - empieza a recibir muchos más a través de las mutuas. Pero la cosa es tan sorprendente que hasta las consultas privadas tienen ya colas desesperantes. La situación de la sanidad pública ya no es la que era. Y la cuestión es saber si algún día volverá a ser lo que fue. Se necesita que se recupere la economía, y eso, según los expertos, puede tardar 15 ó 20 años. "Largo me lo fiáis, amigo Sancho".

El Estado del Bienestar, con la sanidad a la cabeza se está cayendo. Y la enseñanza, y las ayudas sociales, en la dependencia... y se está pasando de la solidaridad a la caridad. Ahora son muchas las personas que dependen de Cáritas, o de "oneges". La pobreza infantil es tremenda y sigue aumentando cada día. Y también cada día son más los abuelos que con sus pensiones dan de comer a sus hijos y nietos. La vida al revés. Porque aunque la famosa prima de riesgo ha bajado mucho todavía no se nota en la vida real. Las colas de parados siguen ahí, por mucho que los políticos, en plena campaña electoral, edulcoren todo. El consumo continúa bajo mínimos y no se ve la fecha en que empiece a despejarse el horizonte. Sólo ganan en clientes los comedores sociales, a los que acuden personas de toda condición. Es el Estado del Malestar. ¿Es esto que tenemos un Estado moderno? Este es un capitalismo brutal que desaloja a los inquilinos de sus viviendas mientras los responsables del desastre de las cajas, por ejemplo, siguen tan campantes.

Mientras todo esto sucede, lo mismo en Sevilla, que en Salamanca, que en Barcelona, la política de los políticos, o sea, sus intereses ideológicos o particulares, ocupan el centro de su quehacer. ¿Con la que está cayendo no se dan cuenta en Cataluña Artur Mas y Compañía que este no es el momento? ¿O justo lo hacen ante la debilidad del momento? Pues en cualquier caso, flaco favor hacen a los ciudadanos catalanes. Deberían los independentistas catalanes curarse los nervios en hospitales públicos o privados, que en Barcelona los tienen del primer nivel.

Y otras comunidades autónomas, (que todas forman el Estado) con otros problemas, como Castilla y León, lo mismo: que los políticos se dediquen a crear Estado de Bienestar y no sólo a hacer propaganda y vender milongas. Y que entiendan de una vez que una cosa es gastar y gastar el dinero público en coches oficiales, chóferes parados o engordando la nómina de funcionarios a dedo y otra emplear cada euro en lo que de verdad importa al ciudadano: en los servicios que debe prestar un Estado moderno, democrático y eficaz socialmente.