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Leer a Washington Benavides
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Leer a Washington Benavides

Actualizado 29/04/2014
Alfredo Pérez Alencart

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Leer es conocer el ancho mundo del escriba, sus grandes espacios, sus prismas para captar la cruda realidad y encarnarla o sobrepasarla, sus fragmentos de amor... Leer para aprender sin regateos y, también, para aprehender aquello cargado de sentido en las palabras juntas de quien recortó el bosque hasta hacerlo claro sendero.

Estos días estoy leyendo así la obra del maestro Washington Benavides (Tacuarembó, Uruguay, 1930), nombre clave de la poesía uruguaya de hoy, junto con Circe Maia y otras pocas voces ineludibles. La cuestionada falta de claridad de la poesía, hecha por la ciudadanía poco propensa a la lírica evasiva, tiene un poderoso cortafuegos en los textos que desde hace cincuenta y cinco años viene publicando este maestro uruguayo.

En concreto estoy leyendo (y releyendo) la primera edición de "Los sueños de la razón" (1967), de donde les anoto "Prójimo", impactante texto que merece conocerse: "He visto a un hombre/ a un padre de familia/ golpear a su mujer/ varear a sus hijos/ y aporcar una quinta/ ajena es claro/ con desaliento y rabia/ (hundía el gladiador/ en el oscuro cuerpo enemigo/ viaja pala de dientes)/ He visto a ese hombre/ regatear la lechuga y el boniato/ a una sombra en jirones/ fundada por efímeros yutes a la tierra/ He visto a ese hombre/ con la cabeza gacha aprobando a unos lentes/ de oro/ que sudaban/ banderas y otras cosas/ entre otras gachas varias de un comité de ciegos/ He descubierto a ese hombre/ soñando casas propias y sirvientes/ y yo aseguro que a no haber nacido/ en este tiempo de la medida/ en esta atmósfera a tanto por ciento/ otro gallo cantara/ porque el hombre no es/ lo quieren fiera".

De eso también se trata: que la poesía no dulcifique las tempestades humanas. De eso y de mirar alrededor y de decir como dice un poeta-poeta de la humildad de Benavides, Premio Nacional de Poesía. Del otro libro que tengo leído, Los pies clavados (2000) pienso escribir un ensayo más largo para una revista digital. Son treinta y tres sonetos donde la duda metafísica y el Eros indudable se complementan, y donde Góngora auxilia con el título y nuestro Fray Luis de León aparece por lo del nombre de Cristo: "Tu nombre, al que Fray Luis en glosa santa/ fray-mentara, es un ave de ala trunca,/ es un silbo de oro en la garganta/ que empieza siempre y que no acaba nunca".

Pero volviendo a la claridad de su lenguaje, y como esta primera presentación es para que vayamos conociendo su obra, aquí les anoto un texto inédito, excelente muestra de cómo todo cabe en el caldero de la buena poesía: "En esa bolsa mágica/ todo cabe: los zapatones del óleo/ de Vincent,/ la desolada androginia del "Grito"/ de Munch,/ los cementerios de elefantes,/ mejor dicho de automóviles/ camino a La Paz; mirándonos/ desde las cuevas vacías de sus faroles,/ abriéndonos puertas solidarias/ deshechas por el óxido y la herrumbre;/ con el jamelgo al borde/ comido a la mitad por perros/ y por buitres;/ la caja de tevé vacía, la computadora/ más vacía y por cierto -Enrique Santos-/ ves llorar La Biblia junto al calefón./ Pero todo en el orden de la Sociedad/ de Consumo. Todo ordenadamente tirado desde el cajón/ de una van o desde una carretilla o desde un carro/ o desde un Volvo que se resiste a que lo traten/ con igual destino./ La bolsa mágica de la poesía, como un carro/ de hurgador, debe arramblar con todo/ lo que pudiera salvarse./ La poesía es la inyección del diabético,/ el marcapaso, el brazo que detiene a la viejita/ que iba cruzar fiándose de la cebra protectora;/ la poesía es la llaga, es el ahogo/ del bombero, la bala que el narco le encajó/ al joven policía, es la celosa custodia en las empresas/ del desfalco, en las computadoras del Estado,/ el ojo atento, y de verdad "las frentes más altas/ las manos más limpias"./ La poesía es el tercer ojo./ Ya lo dijimos, es la quinta pata/ del toro asirio, es la pintura de José Gamarra/ o de Nelson Ramos,/ es Dylan o Zitarrosa,/ es Niemeyer o Brancusi./ Y eres tú, desde el momento que resuelves/ que vas a escribir lo que te venga en gana,/ por encima de toda vigilancia de Madama Retórica./ La bolsa mágica te espera".

Con textos así pocos tendrán argumentos en contra de la Poesía. Washington Benavides, tan oído en Uruguay porque ha sido musicado por conocidos cantantes, merece nuestra lectura y admiración.

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