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Érase una vez...
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Érase una vez...

Actualizado 29/04/2014
Ana Higles

Ayer pasaba por un parque de vuelta a casa cuando escuché la historia que un abuelo (por la pinta) contaba a su nieto (por la posición del peque en la sillita y la adoración con la que atendía a la narración). El abuelo, con una capacidad envidiable de enriquecer la historia con gestos y voces distribuidas en varios personajes, le decía a la criatura:

"... y entonces Blancanieves se escondió en una pequeña cabaña en el centro de un bosque, donde conoció a siete enanitos de los que se hizo amiga. Pero la Bruja Mala quería matar a Blancanieves y envenenó una manzana..."

No voy a describiros la cara de auténtico horror del pobre crío, pero sí que voy a decir una cosa. No me extraña nada, pero nada, que haya críos que creciendo con estas historias las interioricen hasta el mundo de volverse adictos a los juegos de guerra, echarse una escopeta al hombro y liarse a tiros en un instituto americano... No, exagero, lo sé. Pero párense a pensar lo que nos han leído de pequeños, cuando todavía no teníamos la cabeza ni a medio empapelar. Blancanieves y la Reina Mala, una relación niña-mona/madrastra de las más crueles. La Cenicienta, una pobrecita santa que aguanta todo tipo de castigos que sus hermanastras tienen a bien pensar para ella. Bella, condenada a servir en el castillo de una Bestia. Y para culminar el cupo de maldades tenemos a Bambi, huérfano por culpa ajena. O Simba, desterrado además de huérfano por obra de su propio y malvado tío Scar. Los storytellers que han diseñado los cuentos que dan paso a nuestros sueños son unos sádicos. Luego uno se convence de que puede que todos tengamos un antítesis en algún lugar del mundo aguardando su momento para borrarnos de la historia. Qué crueldad.

No les cuento esto por casualidad. Siempre tengo una razón para algo y la de esta semana es animarles a adentrarse en la historia desconocida de Blancanieves y La Bruja Mala. Para eso, tengo que recetarles encarecidamente una serie americana: Once Upon a Time. Las producciones Disney sobre los cuentos clásicos surgieron en un momento de profunda crisis, puede que por eso hace un par de años se abriera paso en la parrilla norteamericana una serie que no se parecía a nada de lo anteriormente visto. Una revisión de la historia que nos contaron desde la perspectiva nada aburrida de dos de los guionistas de la gloriosa Perdidos. El concepto es muy sencillo: vamos a hacer una serie en la que partamos de un Príncipe Encantador que despierte a su pura Blancanieves con un beso de amor de la maldición de sueño en la que ha caído presa al morder una manzana envenenada por La Bruja Mala. Pero... ¿Por qué la Bruja se decide a envenenarla?¿Qué hace que la Bruja la odie tanto? ¿Cuál es el pasado del Príncipe Encantador? ¿Y si la Bruja solo fuera un instrumento de un malo mayor? En resumen, se trata de preguntarse una y mil veces algo tan claro como ¿los malos nacen o se hacen?

A gran parte de esta pregunta trata de responder Once Upon a Time (en español Érase una vez), tremendamente machacada por Antena3 en su emisión en España (casi de la misma forma en que TVE maltrató Perdidos, serie de culto a nivel mundial). En ella Snow (Blancanieves) ha tenido oportunidad de cometer un error fatal que ha desencadenado la ira de la que en ese momento es su madrastra y acabará por convertirse, presa del rencor, en the Evil Queen (la Reina/Bruja Mala en esta versión). Un personaje que, ya de por sí, pasa la gran parte del tiempo entre los deseos de venganza y el odio interior por haberse convertido en un ser oscuro. Pues con esta base, y teniendo en cuenta que Snow y Charming (el Príncipe Encantador) son la fuente del amor verdadero, la más poderosa de las magias, nace una serie con un sello inconfundible. Y ojo, que viniendo de la cadena ABC que pertenece a la Disney, no es una historia cualquiera.

Érase una vez... | Imagen 1

¿Y si la Reina Mala lanza una maldición que hace que todos los personajes de cuento se trasladen a un pueblo de Maine, queden condenados a repetir el tiempo de su día como un continuo Día de la Marmota y, además, no recuerden quién son? Pues esa es la trama de esta serie en la que la mala (extraordinariamente interpretada por Lana Parrilla) consigue enternecer al espectador con cada pedazo de su pasado que se da a conocer y cada esfuerzo que hace en su camino a la redención, la buena no siempre es tan buena, la heroína que tiene que romper la maldición (¿recuerdan a la doctora Cameron de House?) ni siquiera cree en la magia y, para poner el puntazo, el desencadenante de todo es Henry, el hijo biológico de la heroína y adoptivo de la Reina Mala... Una serie totalmente familiar, en el sentido literal. Pero ante todo, una serie para recordar que siempre se puede cambiar y la esperanza es una magia que todos llevamos dentro y nos hace avanzar.

Puede que sea el momento de recordar que ni los malos son tan malos ni los buenos lo han sido siempre. Si les gusta el estilo Lost, las historias en que todo se entrelaza perfectamente, les apasiona una buena vuelta de tuerca o simplemente quieren escharle un vistazo a una de las grandísimas revelaciones de la tele americana en los últimos años, no dejen pasar la ocasión de ver Once Upon a Time. Si tienen un poco de suerte les encantará, hechizará y enamorará tanto como a mí. Y puede que entonces entiendan por qué los Oncers (que así nos llaman) nos comemos las uñas los domingos por la noche y, para nosotros, los lunes no son tan horribles.

¡Magic is coming!

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