Me refiero a la Pascua ("pesaj" en hebreo significa "paso", ya saben). Porque hay que ver la congestión social que provoca en todas las direcciones posibles, desde el turismo hasta las procesiones pasando por celebraciones, ritos, canciones o sentimientos. Por eso, ¿ahora qué?.
Porque hemos ido y venido, hemos viajado al mar o a la montaña y mil cosas parecidas, los sedentarios que han podido se han echado a los caminos. Pero, ¿ese vaivén nos ha mejorado, ha elevado nuestro nivel de relaciones familiares, nos ha enriquecido? ¿Nos harán más nobles las experiencias acumuladas estos días? ¿Va a alguna parte esa especie de huida, ese afán de escapar? En todo caso parece que tendremos que seguir recorriendo caminos. Vieja tendencia entre vocación y reclamo.
Porque se ha removido la ciudad, hemos alterado sus calles y hasta su respiración misma, la hemos inundado durante horas y horas con pasos y presencias nada habituales. Es una convulsión urbana que afecta a miles de salmantinos y en la que cientos y cientos, en altísimo número si se contaran, han vivido experiencias personales y colectivas de especial estremecimiento. Es mucho cambio para una ciudad pequeña y es mucha la pasión vivida por las personas de toda clase y condición que han participado. ¿Qué ha nacido o crecido con tanta sembradura?. ¿Adónde parará esa enorme riqueza de sentimientos profundos? ¿Se lo llevará todo por delante la prevista inundación diaria de cada día?. Pues habrá que intentarlo de nuevo el año que viene?
Porque, y ya en último lugar aunque habría más niveles de consideración, hemos celebrado ritos, sacramentos, oraciones, encuentros y gestos de fe bien apretados en esta semana con una profusión y una variedad verdaderamente asombrosas. Con una semana así, ¿las cosas de la fe y del amor van a seguir igual? ¿Aquí no ha pasado nada que empuje rotundamente a vivir la caridad y a clamar por la justicia? Sin duda muchos cristianos han dado algún paso en su fidelidad, pero uno sospecha que no sería suficiente fruto después de tanta movida. Pero habrá que seguir una y otra vez cuantas veces se pueda?
En todo caso, bienvenido sea este precioso margen lleno de humanidad que es la Semana Santa y sus alrededores. Que nunca nos falte, aunque se nos pierda parte de su riqueza y de su gloria
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