Control de depredadores: el zorro en madriguera (y II)

Por lo expuesto en el capítulo anterior, es la primavera el momento más idóneo para intentar esa utopía que para la mayoría de los titulares de cotos de caza resulta el control del zorro, y aquí, haciendo uso de las posibilidades que brinda la Ley de Caza de Castilla y León, es donde entra la caza en madriguera, una modalidad que ocupa ya un lugar destacado entre los aficionados, especialmente por sus peculiaridades venatorias y por su efectividad para la caza de este depredador que utiliza profundas galerías excavadas en la tierra con el objeto de traer al mundo a su prole.

La pequeña oquedad por la que se introduce para acceder a estrechas y oscuras galerías, así como su marcado instinto de supervivencia, para lo que no duda en emplear sus afilados dientes, la caza en madriguera obliga a la utilización de razas de perros de pequeño tamaño, canes que deberán estar provistos de buena 'boca' y demostrar su valentía ante un enemigo que sabe que se juega la vida, además de vientos con que localizar a la presa.

Pero sobre todo, lo que no puede estar ausente en estos perros es su pasión por la caza, sin esto último cualquiera de las anteriores cualidades no servirá para nada. Las razas de perros más comunes en la caza en madriguera suelen ser aquellas denominadas terrier, que como su nombre indica se trata de perros cuyo trabajo lo desarrollan bajo tierra, siendo zorros, tejones y mustélidos (turones, garduñas, etc.) sus presas principales.

La mayoría de estas razas provienen de tierras escocesas o cuando menos anglosajonas, incluso alguna de ellas ha dado vida a 'razas de laboratorio' que hoy son utilizadas con gran éxito en la caza del zorro en madriguera. Casi todas corresponden a perros vigorosos, de estructura alargada, pelo fuerte y marcado carácter, y por ello cualquiera de estas será idónea para este tipo de caza.

Junto a estas razas de procedencia anglosajona, en los últimos años se ha producido la incorporación de otras de similares características y tan efectivas como las primeras. Nos referimos al teckel y al jagdterrier, ambos de procedencia bávara.

El primero era el perro empleado para rastro de sangre en Alemania, y su aparición fue resultado del fruto de cruces de varias razas (dandie dinmont y schnauzer) procedentes de ese país. Por su parte, el jagdterrier porta en su sangre genes de casi todas las razas terrier anglosajonas, además de teckel.

La caza en madriguera

Al margen de modas y gustos, el perro de madriguera por tradición para la caza del zorro ha sido el fox terrier, pues sólo hay que recurrir a la traducción de su nombre al castellano (perro de zorro) para comprender sus orígenes y cualidades venatorias.

Los meses más propicios para la caza en madriguera son marzo, abril y mayo, aunque en este último la Sección de Vida Silvestre de Salamanca suele ser reacia a la autorización de jornadas de caza sin motivos suficientemente justificados.

La normativa autonómica para esta práctica cinegética establece un máximo de tres cazadores, número más que suficiente si se tiene en cuenta que el silencio en torno al vivar es primordial y que, en el caso de huida de la pieza, el disparo suele realizarse a escasa distancia de la madriguera, siempre de acuerdo a las condiciones del terreno, especialmente su frondosidad.

En la lista de recomendaciones para esta técnica conviene recordar que no se debe introducir más de un perro en la madriguera si no han sido convenientemente adiestrados, pues no sería la primera vez que debido al ardor de la lucha uno de ellos fuera el que sucumbiera bajo las mandíbulas del otro.

También, es conveniente portar herramientas para cavar o palancas para mover pequeñas piedras, pues puede suceder que la pieza muerta por el terrier tapone la salida del can al exterior.

En cuanto a la munición a utilizar, un cartucho de 34 gramos y con perdigón de 4ª o 5ª puede ser más que suficiente, pues cabe recordar que los disparos, en la mayoría de las situaciones, se realizarán a corta distancia.