Eusebio Andrés Casado 'Gordillo' celebra su 107 cumpleaños con ‘cuerda para rato’

Eusebio Andrés Casado nació en Aldeadávila hace 107 años, un cumpleaños que celebró días atrás en Villamayor en compañía de su familia, en concreto en casa de su hijo Ángel, quien señala cómo a pesar de la avanzada edad de su padre y los problemas de movilidad por artrosis, no olvida aquellos pasajes que marcaron su juventud, "especialmente las canciones del coro de la iglesia" y que aún entona.

Eusebio Andrés Casado forma parte de la familia conocida en Aldeadávila como los 'Gordillos', caracterizada por la longevidad de sus integrantes. Es el mayor de cuatro hermanos y a pesar de haber superado hace años el centenario, no le falta apresto ni humor para predecir que tiene cuerda para rato, aunque la artrosis en una de sus rodillas le impide bajar ?sobre todo? las escaleras de casa, además de algún problema en la vista.

A su lado permanece su inseparable Josefa, su mujer, con quien contrajo matrimonio en segundas nupcias tras quedar viudo al poco de casarse. Fruto de aquel primer matrimonio tuvo a su primogénito un año antes de que saltase la Guerra Civil, si bien quedó libre de la contienda, pues su 'frente' se quedaría en casa, en Aldeadávila, cuidando de los suyos.

Siempre de buen humor

Eusebio se dedicó siempre al trabajo en el campo; viñedos y olivos que dieron de comer a toda la familia, un buen capital que impidió que tuvieran que trabajar en el Salto.

Fue el más dicharachero de los hermanos y con una memoria que para así quisiéramos muchos, pues además de las canciones de la iglesia, aún recita algún que otro pasaje de las obras de teatro que interpretó junto a sus compañeros de coro, 'El cura de aldea', o 'El bandido de la sierra', obras que se trajo de Ciudad Rodrigo durante el 'servicio' y que llevó a escena para divertimento de sus vecinos junto al tío Ricardo, Rafael 'Madera' y el Tío Poldo, este ultimo director del grupo.

Fiestero, siempre de buen humor, encontró a Josefa en un momento clave de su vida, 14 años menor que él y que le dio tres hijos más. Entre sus recuerdos de bromas en aquellos días no olvida como metía a las mozas en un aprisco para las risas de todos en la plaza, o cómo irrumpía en las casas con su disfraz de diablo para hacer temblar de miedo a los que encontraba en un pueblo que, por fortuna, ha visto crecer para su asombro en su extraordinaria vida.