Estos días contemplamos un poco atónitos el espectáculo mediático-político desarrollado en torno al fallecimiento del primer presidente español elegido democráticamente después de casi 40 años de dictadura. Sorprenden los elogios desmedidos a la persona de Adolfo Suárez y a su política por parte no de sus amigos, sino de sus más enconados enemigos, algunos de ellos emboscados dentro de su propio partido UCD, e integrados más tarde en Alianza Popular y el Partido Popular.
Sorprenden las palabras del actual presidente del Gobierno reivindicando el consenso político cuando practica el rodillo de la mayoría absoluta. Todo lo cual nos da una imagen falsa y distorsionada de un proceso político muy complicado y difícil como fue la transición nada pacífica de la dictadura de Franco a un régimen democrático entre 1973 y 1982.
Para situarnos en aquél tiempo conviene hacer algunas precisiones sobre el contexto interno y el contexto internacional de la época.
Respecto al contexto interno, los grandes cambios sociales, económicos y culturales de los años 60 y 70 mostraban un país en crecimiento económico con una nueva clase media más acomodada y una sociedad en profunda transformación: movimiento feminista, crecimiento del movimiento obrero y la industrialización, gran expansión de las universidades, alejamiento de parte de la Iglesia católica del franquismo y unos jóvenes que reivindicaban parecerse a los europeos. Todo ello en medio de un país políticamente gris y aburrido, dominado por las letanías franquistas de la guerra civil y la eterna conspiración judeo-masónica-liberal-comunista.
Sin olvidar el enorme impacto social que tuvo la crisis económica del petróleo de 1973 que cortó de raíz el crecimiento económico y generó un profundo descontento social que el gobierno de Franco fue incapaz de resolver, lo que favoreció a los sindicatos de la oposición democrática.
El régimen resultaba ya para una parte de los españoles un espantajo del pasado que había que enterrar para integrase en Europa donde estaba el progreso social, económico y cultural. Sin embargo, persistía en gran parte de la población el miedo a la guerra civil.
En cuanto al contexto internacional estaba dominado en Europa por la caída de las dictaduras de derechas, la de los coroneles en Grecia en 1973 y la salazarista en Portugal en 1974, solo quedaba la dictadura franquista.
Se reforzaba el mundo democrático europeo con el éxito del Mercado Común animado además por la política de distensión entre Estados Unidos, la Unión Soviética y China.
En este contexto muy favorable a las fuerzas de oposición democrática encabezadas por el Partido Comunista y el Partido Socialista se inicia una lenta descomposición del régimen que tiene que ver con la vejez del dictador y la posterior muerte de su sucesor el almirante Luis Carrero Blanco, asesinado por ETA en diciembre de 1973.
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