La ignorancia sale a la calle

"Solo ocho de 50 detenidos en la protesta de la enseñanza en Madrid son alumnos", ese era el titular del diario El País el pasado 27 de marzo.

Estoy arto ya de escuchar que los estudios superiores públicos son un derecho a personas que desconocen que un derecho conlleva unas obligaciones. La Universidad pública es un derecho cuando el estudiante cumple con sus obligaciones punto y se acabó.

Estoy cansado ya de ver cómo alumnos mediocres que no hacen más que suspender, calientan bancos año tras año devorando banalmente el presupuesto que pagamos entre todos, y después, esos mismos vagos, salen a la calle berreando porque hay recortes en la educación.

La Universidad debería de ser una opción de futuro única y exclusivamente dirigido a todas aquellas personas que le saquen partido a la educación que reciben y, sobre todo, que puedan aportar riqueza con sus conocimientos. Si una persona de sesenta y cinco años quiere sentirse realizado o quitarse el tedio que lleva aparejada la jubilación estudiando una carrera, me parece perfecto, pero que la pague. Que un "chavalín" (me da igual cual sea su linaje, plebeyo o noble) quiere pasar sus años de juventud en una facultad, bebiendo y aprendiendo a jugar al mus o tocando la guitarra a inocentes colegialas, alardeando de universitario, que lo haga con su dinero o con el de sus "papis": CON EL MÍO NO.

Un país como España no necesitaría tantas universidades públicas como hay, se podrían pagar verdaderas becas; becas que podrían incluir, no sólo el estudio, sino el alojamiento, los posgrados y perfeccionamiento en el extranjero e incluso la manutención y el alojamiento a alumnos que realmente lo valgan. Tendríamos una docencia prominente, pudiendo contratar a eruditos que proporcionarían una enseñanza de alto nivel, por lo que tendríamos unos licenciados preparados y, por lo tanto, un país rico y próspero. Todo ello lo conseguiríamos simplemente si elimináramos (o pagasen) a todos los "maulos" y las maulas (para que se den por aludidos todos) que infestan las universidades públicas.

Es hora que los españoles comprendan que, cada vez que dicen: "Que lo pague el Estado", significa que lo paguemos todos. Y cuando se malgasta el dinero, como es este caso, la única consecuencia es el aumento de los tributos al Estado.

Unamuno dijo: "Este es el templo de la sabiduría y yo soy su sumo sacerdote". D. Miguel, ahora es el templo de la mediocridad y menudo futuro nos espera a los españoles.