Asustada estoy tras escuchar que en Cataluña van a comenzar a imponerse multas de hasta 3.000 euros a los dueños de perros que no lleven amarrados por una correa a sus mascotas. Estoy de acuerdo en que hay razas peligrosas y que sería conveniente establecer medidas de control para quienes tengan animales de estas características, pero la lógica me dice que sería más racional que, o bien ciertas razas de animales (siempre que la adquisición sea legal evidentemente) tuviesen un mayor control y ciertas exigencias de seguridad, o que hubiese una seria inspección de los criaderos que venden e importan estas razas peligrosas. La mayoría de los perros que solemos ver por la calle y que son criados por gente normal, que los quiere, son el reflejo de lo que han recibido en sus hogares y no crean problema alguno.
Si me sorprende tanto esta medida es por algo que me preocupa hace ya mucho tiempo y que considero bastante abandonado: el maltrato animal. Resulta que, ¿si paseo con mi perro sin correa pueden multarme con medio millón de las antiguas pesetas, pero si lo abandono en una cuneta o lo torturo hasta la muerte me voy de rositas? Es intolerable que se considere más grave lo primero que lo segundo, aunque claro, pensemos: lo primero puede suponer que alguna persona resulte dañada y es, por supuesto, inaceptable, pero como en el segundo de los casos lo más que puede pasar es que un chucho muera atropellado en una carretera o lo mate su dueño cuando se canse de él o ya no le sirva para nada, pues carece de la misma importancia, ¿verdad? Pues mucho cuidado con esta tolerancia hacia conductas humanas totalmente reprochables porque el que es capaz de abandonar o matar a un animal es capaz de hacerlo con cualquiera.
Empiezo a creer, ya sin esperanza, que este país en el que vivimos no tiene solución. De un tiempo a esta parte, vía ley o proyecto de ley, se está intentando controlar, casi hasta la irracionalidad, desde mi punto de vista, la seguridad de los ciudadanos, sin darnos cuenta de que este tipo de legislaciones son un atropello a nuestras libertades individuales y nos estamos dejando controlar, convirtiéndonos en personas intolerantes que sólo buscamos la comodidad personal y la defensa de nuestros propios intereses. Pues no olvidemos que es imposible regular todas las conductas del ser humano que puedan ocasionar molestias a nuestros congéneres, porque cada persona tenemos nuestras manías y evitar cada conducta que nos suponga una incomodidad es entrar en la esfera de la locura.
Aprovechando esta nueva medida respecto a los dueños de canes, que supongo les parecerá magnífica a aquellos que hasta critican el llanto de un niño, yo solicito encarecidamente una inclusión en la legislación penal de aquellas conductas humanas que atenten contra la vida de los animales porque, aunque suene terrible, conozco a animales muy humanos y a humanos que son bestias. En fin? impidámosles correr con independencia, atándolos con correas y arneses, que jamás les robarán esa libertad que, poco a poco, nos están robando a nosotros con esas controladoras medidas ciudadanas que sí son auténticas correas.
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