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Abandono y desidia
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Abandono y desidia

Actualizado 22/02/2014
Aniano Gago

Salamancartv publicaba el lunes pasado una noticia de relieve que debe ser tenida en cuentaarrow-10x10.png por mucha más gente que aquella a la que le toca directamente, que no son otros que los responsables del Ayuntamiento de la ciudad. La noticia en cuestión se titulaba "Una historia interminable" y era recogida por Jotamar, Javier Martín Lázaro, el veterano periodista salmantino que conoce la ciudad como la palma de su mano y que hace en este periódico la sección "Por el camino". Denunciaba el estadoarrow-10x10.png de ruina desde hace mucho tiempo de un edificio en la plaza San Justo de la capital. La noticia, ilustrada con una foto, decía entre otras cosas: "esta situación no es otra cosa que un ejemplo palmario de abandono y desidia?, vergonzante estampa impropia de esta Salamanca Patrimonio de la Humanidad".

La noticia ha coincidido con una brillante iniciativa de la Diputación de Valladolid que ha decidido ayudar a los ayuntamientos de la provincia a derribar aquellos edificios en ruina que además del estadoarrow-10x10.png lamentable y el peligro que suponen para los ciudadanos ocasionan una imagen de pena para la población. El hecho es muy importante y hay que aplaudir esta iniciativa. Cuando los políticos lo hacen bien, también hay que decirlo, porque es de justicia y porque es conveniente resaltar las acciones positivas para que cunda el ejemplo.

El Presidente de la Diputación de Valladolid, Jesús Julio Carnero, ha tenido la sensibilidad de darle curso a una iniciativa del principal grupo de la oposición, el socialista. Eso se llama Política con mayúscula porque no es habitual pensar más en los ciudadanos que en el ombligo del partido de turno y saber aceptar las cosas buenas aunque sean ideas del adversario. Conviene recordar que no importa que el gato sea negro o blanco, que lo relevante es que cace ratones. Ese tipoarrow-10x10.png de políticos son los que necesitamos.

Dicho esto, el caso concreto es que en nuestras ciudades hay muchos edificios que dan una imagen patética, pero la cuestión alcanza proporciones desmesuradas en nuestros pueblos. Sobre todo los construidos en adobe y barro. Parecen, en algunos casos, la antesala de la muerte, pero nadie hace nada como si nos sintiéramos orgullosos de nuestras miserias. Ya sé que los tapiales, los viejos pajares, las antiguas paneras o las casas abandonadas por la despoblación tienen dueño. Pero esos propietarios o pasan, o no quieren o no pueden hacerarrow-10x10.png nada por falta de medios económicos. Por eso deben ser las autoridades las que tomen cartas en el asunto para restaurarlos o derribarlos.

La cuestión es que esos edificios privados han pasado a ser un problema público, y debe ser, por tanto, las Administraciones las que tomen la iniciativa. ¿Qué pensarán de nosotros los turistas que nos visitan? ¿Qué idea se llevarán de estas tierras? Muchos, seguro, creerán que se han dado de bruces con la Apocalipsis bíblica. Hay lugares, como en los pueblos de la gran comarca de Tierra de Campos (y otras muchas de toda Castilla y León), que parece como si acabara de haber un bombardeo, una ruina, vamos. Y eso no puede ser. Que además esto suceda en una ciudad como Salamanca, ejemplo de belleza urbana mundial, clama al cielo. Así que deben ponerse a trabajar las Administraciones, todas, paraarrow-10x10.png crear una Ley que obligue a arreglar el destrozo. Ya sé que hay disposiciones legales, como las tiene el Ayuntamiento de Salamanca, pero si no las pone en práctica, como en la plaza de San Justo, nada adelantamos. Un organismo superior, la Junta o el Estadoarrow-10x10.png, deben tener capacidad para aplicar una Ley adecuada al problema.

Fuera ruinas, fuera palomares desvencijados que sólo esperan inviernos de lluvia, como este, para desplomarse más. Fuera casas, casetos, chozos, tapias y tapiales sin posibilidad de regeneración. Todo abajo. Ya está bien de ver reflejado el abandono y la desidia a cada kilómetro que recorremos con nuestros coches. Si hay edificios históricos que merezca la pena que recuperar, que se recuperen, pero si no es así, que se estudie caso por caso, se hable con los propietarios y se haga algo. Estamos tan familiarizados con tanta ruina que nos hemos acostumbrado a vivir con ella. Es más, en los libros de fotografías de la tierra, por eso del arte, se refleja mucho la realidad de esas casonas, de esos palacios derrumbados, o esos palomares comidos por la maleza. Se les da tanto porte como si fueran columnas romanas o vestigios del imperio egipcio. Y no, nada que ver. Aquí hablamos de miseria.

¿No le da vergüenza a nadie que un patrimonio comoarrow-10x10.png nuestros palomares ? únicos, preciosos ? se sigan hundiendo como si nada y sean pasto de la vista de todo el mundo ahí en medio de las tierras? ¡Qué país, amigo Sancho! Parece como si nos gustara ser pobres y encima presumir. Lo último, vamos.

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