Anda la sociedad revuelta y por momentos revolucionada y no es para menos. Tanto apretar el nudo en el cuello lleva a la desesperación y puede desembocar en locura.
Se han dicho tantas verdades y mentiras sobre el bulevar burgalés de Gamonal que no vamos a aportar nada nuevo por mucho que volvamos a ahondar en que la obra iba en el programa político de todas las formaciones políticas aunque con matices distintos, en que la crisis política ha sido pésimamente gestionada, en que el grado de violencia no ha sido espontáneo y es siempre inadmisible y en que parece que hay alguien interesado en extender esa semilla de anarquía por todas las ciudades con no sé que intención ni provecho.
El caso es que en el centro de cualquier polémica y decisión, y ésta no es una excepción, están los políticos. En teoría les mueve el interés público y el servicio a los ciudadanos, pero en la práctica la mayoría de ellos se obceca en demostrar que sus únicos impulsos son perpetuarse en el poder -y ascender dentro del partido dando el salto a la política regional, nacional o europea- y la falta de sentido común.
Ni las mayorías en las urnas son bula para llevar a cabo cualquier idea peregrina, ni los proyectos faraónicos son, a la larga, tan útiles y rentables como se quiere hacer creer. No se puede ceder al chantaje de la violencia y de la calle, pero tampoco es tiempo de grandes anuncios por mucho consenso que exista.
Necesitamos ver una utilidad práctica con lo que se hace con nuestros impuestos: cultura, limpieza, parques y jardines, servicios sociales? no necesitamos nuevos planes E encubiertos para captar votos y arruinar ciudades. Ése es el quid de la cuestión.
En el lado contrario están los que parecen buscar cualquier excusa para que toda la clase dirigente y, curiosamente, los intereses inmobiliarios que siempre suele haber detrás de todo proyecto municipal paguen por la crisis, por la injusticia social, por el despilfarro, por el enriquecimiento de unos pocos y por la impunidad de los de siempre? y que ese pago no sea en las urnas ni tan siquiera con protestas pacíficas, sino con violencia.
Después de lo de Burgos, una minoría por muy mayoritaria y pacífica que haya en el barrio de Gamonal se cree que ha ganado, mientras que los violentos saben que ha sido gracias a ellos.
No demos pie en Salamanca a estas situaciones con proyectos del estilo como aparcamientos, auditorios, tranvías? No es el momento y el precedente de Burgos es peligroso como se está viendo. Demasiada gente se sigue quedando sin casa, no tiene trabajo, no tiene para comer y no puede atender a sus familiares dependientes. Ésa debe ser la prioridad, la del sentido común.