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Realidad, parodia, confusión
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Realidad, parodia, confusión

Actualizado 16/01/2014
Luis Marcos del Pozo

Hace muchos años, hice un trabajo sobre la incidencia que ejercía la televisión y determinados programas de la misma sobre los televidentes (¡y eso que todavía no se emitía Sálvame!).

Hoy manteniendo una conversación con un compañero de centro, comentábamos los gestos, palabras y actuaciones que tienen niños y no tan niños copiados de estas series," Padre de Familia" , " Aquí no hay quien viva", y alguna más de esta ralea. Series que para un adulto puede tener más o menos gracia, pero que un niño no está capacitado para evaluar ni entender este tipo de programación, sólo puede copiar y evidentemente se equivoca de modelo.

Retomando el hilo de inicio, nuestro trabajo se centraba en los Simpsons:

Como programas importados de una filosofía de vida diferente a la nuestra, podía crear confusión con los mensajes emitidos. Pues ahora, la confusión, se ha convertido en "CONFUSIOOOOONNN!!!"

Cuando Matt Groening crea los Simpsons, lo hace para ironizar sobre la sociedad norteamericana, para denunciar la existencia de familias como en la que se basa la serie y la sociedad que la circunda. Intenta dejar patente la degradación de la sociedad, desde las células más pequeñas, hasta la máxima expresión social. Para mostrar, sobre todo, lo que NO se puede ni debe hacer.

Cuando la serie aparece en televisión, es un mero sketch, que cobra una dimensión alejada de su creación y cuando se traslada a sociedades como la nuestra su realidad se distorsiona aún más, y aparece el televidente que confunde "mensaje crítico", con "gracia absurda".

La ignorancia, del porqué de esta creación, ha hecho que sea vista de forma indiscriminada por televidentes de cualquier edad y madurez, creando en ellos el efecto contrario. ¡Los niños copian aquello que le es gracioso! Evidentemente por su falta de madurez a un niño le suele hacer gracia lo soez, maleducado, o escatológico. Ante esta avalancha de información, mal filtrada, muchos niños lo asumen como algo normal y que pueden incorporar a su modo de vida.

Analizando los personajes más relevantes, nos daremos cuenta de ello:

- Bart es un niño maleducado que, víctima de una excesiva protección, en una casa donde no le ponen un límite, no tiene ningún respeto por la autoridad (ya sea paterna, escolar o incluso de la policía).

Si dejamos, con su visualización, que se convierta a este "monstruo " en el ídolo de nuestros hijos , ¿qué podemos esperar después de sus reacciones? ¿Somos tan necios que creemos que un niño puede discriminar los mensajes subliminales como un adulto?

- Homer, es el padre de familia (por decir algo) Es un mal trabajador, vago, irresponsable en su trabajo y con la sociedad, que bebe en exceso y vive comiendo de forma inadecuada. Su sensibilidad familiar sólo aparece después de haber generado algún o varios, problemas. Después de esta apreciación particular, a mí no me gustaría que mis hijos, ni por un momento, pensaran que esa "gracia andante " pudiese estar dentro de una normalidad social.

- Mr. Burns, el jefe, es absolutamente corrupto, sin escrúpulos y carente de cualquier mínimo valor social e incluso humano.

Estos son solo algunos personajes de los miles que aparecen en la serie, que se identifican con la parodia de la sociedad americana, y ahora cada vez más fuera de sus fronteras. Pero es eso, lo que esta serie animada y el guión ejercitan, PARODIA; si lo convertimos en nuestra "realidad" seremos personajes parodiados con el rol que nos asignemos y con el adjetivo que nos califique (soez, maleducado, violento, etc.).

Nada más lejos de mi intención en esta exposición, que ejercer una crítica sobre estas series, que cumplen con el cometido para las que se crearon, cargadas con mucho talento artístico y una buena dosis de humor.

Mi crítica, si es que así se puede llamar, se centra en la falta de información del adulto antes de permitir la visión de las mismas a niños, la carencia de unos mínimos filtros que hagan que mentes aún no formadas puedan dejar lugar reservado para este tipo de irrealidades educativas, y esta culpa no es de quien crea sino de quien permite, en definitiva en el "todo da igual" que habitualmente desemboca en " el ¿qué hice yo para que sucediera esto?"

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