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Paz y fraternidad
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Paz y fraternidad

Actualizado 04/01/2014

Por iniciativa de Pablo VI abrimos el año civil con una Jornada Mundial de la Paz. Los mensajes que los últimos papas han publicado cada año forman ya una verdadera enciclopedia sobre la paz. Retomando sus propias ideas, el Papa Francisco ha iniciado el suyo deseando a todos, a las personas y a los pueblos, "una vida llena de alegría y de esperanza".

Reconoce él que todos aspiramos a una vida plena, marcada por el anhelo indeleble de la fraternidad. He ahí la gran aspiración de las personas, de las familias y de los pueblos.

Con todo, reconoce los atentados que acechan hoy a esos ideales de la paz y la fraternidad. De hecho, el Mensaje papal recuerda que "en muchas partes del mundo, continuamente se lesionan gravemente los derechos humanos fundamentales, sobre todo el derecho a la vida y a la libertad religiosa".

Un primer ejemplo de estas violaciones es "el trágico fenómeno de la trata de seres humanos, con cuya vida y desesperación especulan personas sin escrúpulos".

A continuación, afirma el Papa que, a las numerosas guerras marcadas por los enfrentamientos armados, se unen otras guerras que "se combaten en el campo económico y financiero con medios igualmente destructivos de vidas, de familias y de empresas".

No son éstos los únicos escenarios en los que se desprecia y maltrata la vida humana. El mensaje no pretende silenciar esos dramas. Más adelante, menciona el Papa "el drama lacerante de la droga, con la que algunos se lucran despreciando las leyes morales y civiles".

Alude también a la prostitución, al abuso de menores, a la esclavitud todavía vigente en muchas partes del mundo, a la tragedia de los emigrantes, con los que se especula indignamente en la ilegalidad, y a las condiciones inhumanas de muchas cárceles.

Entre las causas de estos y otros abusos, el Mensaje papal menciona el individualismo, el egocentrismo y el consumismo materialista que fomentan la mentalidad del "descarte" que lleva al desprecio y al abandono de los más débiles y de cuantos son considerados como "inútiles".

Apelando a una idea ya expuesta por él en otras ocasiones, el Papa Francisco recuerda que no hay "vidas descartables". Todas las personas "gozan de igual e intangible dignidad". Todos los seres humanos son amados por Dios y han sido rescatados por la sangre de Cristo. Y añade: "Esta es la razón por la que no podemos quedarnos indiferentes ante la suerte de los hermanos".

Hoy se habla continuamente de la "calidad de vida". Con palabras de Juan Pablo II, el Mensaje papal afirma que la paz genera una mejor calidad de vida y un desarrollo más humano y sostenible, a condición de que todos nos empeñemos en aceptar y promover el bien común.

Más adelante señala que el ideal de la fraternidad y la superación de la pobreza nos exige ese desprendimiento que comporta elegir un estilo de vida sobrio y esencial para compartir las propias riquezas con los demás.

Un estilo de vida que no afecta solo a las personas que hacen voto de pobreza, sino también a todos los que creen que "la relación fraterna con el prójimo es el bien más preciado".

Así pues, "se necesita una conversión de los corazones que permita a cada uno reconocer en el otro a un hermano del que preocuparse, con el que colaborar para construir una vida plena para todos".

El Papa recoge los textos bíblicos que nos exhortan a descubrir en el otro a un hermano. Pero su discurso no se dirige sólo a los que leemos las Escrituras y las aceptamos como luz para nuestros pasos. A todos nos interpela el ideal de la paz, basada en la aspiración de la fraternidad universal y en su humilde y constante ejercicio.

José-Román Flecha Andrés

LA PALABRA SE HIZO CARNE

Domingo 2º de Navidad

5 de enero de 2014

Nuestros graciosos "belenes", están llenos de tradición, de arte y de ternura. Pero la hondura de la Navidad se le escapa a quien sólo mira esas hermosas figuritas. El misterio de la Natividad del Señor nos lleva una y otra vez a recibir la Palabra de Dios que se ha hecho carne y ha entrado en nuestra historia..

Dios nos habla de muchas formas, como recuerda el Concilio Vaticano II en la constitución sobre la Sagrada Liturgia (SC 7). Pero nosotros hemos de leer con asiduidad la Sagrada Escritura, como dice también el Concilio en la constitución sobre la Divina Revelación (DV 25). En ella se contiene la palabra definitiva de Dios.

Según san Jerónimo, "desconocer la Escritura es desconocer a Cristo". La importancia que, con razón, concedemos a la Palabra de Dios escrita puede y debe disponernos a escuchar al que es la Palabra de Dios vivida y viviente.

LA SABIDURÍA CREADORA

El libro del Eclesiástico recoge hoy el elogio que la sabiduría hace de sí misma. Creada por Dios desde el principio, asiste a Dios en la obra de la creación y en el gobierno del mundo. Su sabiduría no cesará jamás. La memoria de la sabiduría de Dios ha de librarnos de nuestra altanería.

Según la carta a los Efesios, también nosotros hemos sido elegidos antes de la creación del mundo para ser santos e irreprochables por el amor. Para ello necesitamos que Dios nos conceda el don de sabiduría para conocerle e ilumine los ojos de nuestro corazón para comprender la esperanza a la que nos llama.

Esos son los dones que esperamos de la Palabra eterna de Dios. Según el evangelio de Juan, la Palabra se ha hecho carne y habita entre nosotros. Ese misterio abarca la historia entera, remece nuestra comprensión de Dios y del hombre. Y, por supuesto, ha de orientar nuestra oración de cada día.

LA PALABRA VIVIFICADORA

En el prólogo al evangelio de Juan sobresalen tres afirmaciones inolvidables sobre la Palabra eterna de Dios que se ha hecho terrena y cercana a quienes la escuchan:

? "En la Palabra había vida". Muchas de nuestras palabras carecen de vida. O por que no dicen nada. O porque son dañinas para nosotros mismos y para los demás. No podemos vivir de verdad sin prestar una atención cordial y comprometida a la Palabra de Dios.

? "La Palabra era la luz verdadera". Ella es la luz que ilumina a todos los hombres. También a los que pretenden ser luz para ellos mismos. Es impensable tratar de vivir con claridad sin dejarnos guiar humildemente por la luz de la Palabra de Dios.

? "La Palabra se hizo carne". Los dos últimos papas han insistido en afirmar que la fe no nace de una idea, sino de un encuentro. Es lamentable vivir colgados de una idea sin dejarnos interpelar por el realismo de la presencia de Jesucristo en nosotros.

* Señor Jesús, Palabra de Dios, que has decidido habitar para siempre entre nosotros, permítenos caminar guiados por ti, para que nuestra vida sea luminosa y dé a nuestros hermanos testimonio de tu luz. Amén.

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