2014 nace con noticias alentadoras. El anteproyecto de la nueva ley del aborto no para de suscitar debate. Nada más abrir la prensa encuentro fotografía y pancarta en manos de mujer "vosotros machistas sois los terroristas"; luego, en negrita, la afirmación del líder de la oposición "la nueva ley del aborto es de extrema derecha"; más adelante "Hay poca información sobre la mujer después del aborto. Creo que hay otras alternativas" (T. Falcó). Avanzo un poco más y leo el comentario de una psiquiatra: "Nos imponen un papel que no nos corresponde, la interrupción del embarazo es una cuestión que no tiene nada que ver con la salud mental, la mujer que aborta no es una enferma mental". Y para rematar: "la nueva ley supone un salto atrás de 30 años".
La verdad es que cuando me topo con consignas abortistas he de reconocer que se produce en mí un doble automatismo. Primero evoco aquélla escena de la vida es bella, la respuesta del tío cuando se encuentra en su caballo la pintada de judío: "ya están aquí los bárbaros". Para acto seguido pacificarme con la exclamación firme y tierna para con los desheredados: "dádmelos a mí, yo los quiero" (Madre Teresa).
La ley que ahora se propone pondrá fin al "derecho" de la mujer para disponer omnímodamente de la vida humana que alberga en su ser (ley de 2010). Han sido años de terror para con el ser humano embrionario, cuyos derechos desaparecieron por arte de ley; años de destierro para el padre del concebido; años sin que se contemplase siquiera la más elemental lógica de tender los puentes entre embarazos no deseados y parejas que quieren adoptar. Ojalá volviéramos 30 años atrás, antes la Declaración de Venecia de 1983, en que la Asociación Médica Mundial mutó el natural respeto a la vida humana "desde su concepción" por el "respeto de la vida humana desde su comienzo". Cruel desamparo la del embrión humano (en ningún modo parangonable al de la grulla o el lince?). Los profesionales de la biomedicina, el derecho, lo tenemos bastante claro? pero se nos oye poco, la verdad. En el aula, en el ágora? se echa de menos la palabra, el gesto que haga amable el legado hipocrático que en su mayoría compartimos y marco más razonable para las tareas educativas y sanitarias.
Hace poco ha fallecido el prof. Pinillos, padre de la psicología española. En 2004 criticó la psicología actual por "despojarse del alma y la conciencia". Esa crítica sigue vigente. En los días previos a la Navidad se recitan las Antífonas de la Oh. A estas alturas coincidimos en algo: "El mundo no perecerá por falta de conocimiento sino por falta de admiración" (A. Heschel). Recuperemos la capacidad de maravillarnos y todo se volverá color esperanza.
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