Si quiere adelantarse al futuro y ponerse las botas, organice una ONG en defensa del coito (algo así como ¡Salvemos El Polvo Indígena Ahora!, SEPIA, el tono con que se definen las fotos antiguas). Si empieza a tramitar ya mismo la captación de socios y la solicitud de subvenciones (ya se sabe que la mayoría de esas organizaciones no dependen de los gobiernos? salvo para chupar de los presupuestos públicos), puede que hasta se forre de aquí a unos pocos años. Porque al paso que vamos, de tropiezo en tropiezo, llegará un día que no me gustaría ver en que lo mismo que hoy se reivindican la conservación de los espacios verdes y la protección de las especies extinguidas, se clamará por recuperar el sexo natural. Hay ya indicios en una de las culturas más desarrolladas tecnológicamente, la de Japón, que es donde más patente queda la contradicción entre una descomunal disposición de chismes para comunicarse y la creciente incomunicación entre seres humanos. He leído un artículo del filósofo marxista Santiago Alba Rico que bajo el encabezado de "Sexo y pereza" reflexiona acerca de la progresiva pérdida de relaciones sexuales por parte de la mayoría de los nipones. Se dice que siete de cada diez japoneses nunca tienen relaciones. Me parece una cifra exagerada, pero aunque sólo fuera la cuarta parte algo falla. En un documental grabado en Tokyo por TVE un joven reconocía abiertamente que prefería masturbarse con una vagina de plástico que acostarse con su novia: "Me da mucha pereza porque cuando estoy con ella tengo que ocuparme de su placer y prefiero ocuparme sólo del mío". Las máquinas empezaron aliviando el esfuerzo necesario para ganarse la vida y han terminado, literalmente, trabajando por nosotros. Para mí, esta es una de las principales causas del desempleo, pero volviendo a lo que ahora nos ocupa, me parece que también explica por qué el sacrificio y la disciplina son conceptos desterrados por la nuevas generaciones. Alba Rico puntualiza: "No es que en Japón estén desapareciendo las "relaciones sexuales"; lo que están desapareciendo son las "relaciones" en general mientras que el sexo sin relaciones, completamente autorreferencial, va ocupando un lugar cada vez más importante en la vida de individuos desconectados del mundo que no sienten la menor vergüenza en exhibir y proclamar esta desconexión". Con razón se pregunta el articulista: "El colmo de la civilización, ¿será la masturbación industrial?".
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