El oeste también existe

En la columna de la semana pasada hablé sobre qué es la Geografía y cómo puede ayudar esta disciplina científica en la resolución de los conflictos, que siempre existirán, entre desarrollo económico y conservación ambiental. Y de esos tenemos muchos en la provincia de Salamanca; una provincia que, por su situación periférica, ha sido abandonada por los centros de decisión política.

Que Salamanca hace mucho tiempo que no tiene el más mínimo peso a la hora de tomar decisiones autonómicas, de las nacionales ni hablamos, no es decir nada nuevo. Que los políticos que habrían de defenderla parece que están exclusivamente preocupados por escalar posiciones en el correspondiente partido, obviando a los propios salmantinos, tampoco es resolver ningún enigma. Para buscar ejemplos no hace falta rebuscar demasiado, basta con ver los comportamientos seguidistas de los diferentes diputados provinciales.

Un problema que se podría solucionar con la reforma de la ley electoral, de tal manera que los diputados respondieran de sus actos delante de sus electores, no de la dirección de su partido. Un buen ejemplo lo tenemos en el cierre de las urgencias sanitarias en la comarca de Las Arribes, desde febrero hasta entrado el verano: los propios diputados provinciales del partido gobernante votaron a favor, obviando a la gente que les había votado.

Otro ejemplo, mucho más peligroso para la salud, es el proyecto de reapertura de las minas de uranio en Saelices el Chico y Retortillo, donde, la reactivación de la actividad minera, incrementaría ad infinitum el riesgo sanitario, debido a las tasas de radiactividad de los productos manejados. Es evidente que el efecto no sólo afectará a los habitantes cercanos, aunque sean los que más rápido lo sufran, sino que se sentirá en un amplio radio territorial.

Varias organizaciones, con el partido ecologista eQuo a la cabeza, se han unido para frenar este desaguisado. La poca gente joven que queda se encuentra entre la espada y la pared: por un lado se defiende la reapertura como único medio de que llegue algún trabajo hasta la zona; y, por otro, saben que eso significaría la condena de la región donde han decidido quedarse. Hablamos de la zona más despoblada de toda la Unión Europea, donde la economía depende de la agricultura y la ganadería, con lo que cualquier actividad que afecte a su rico medio ambiente supondría la puntilla económica, porque ¿quién quiere comer productos radiactivos? Que se lo pregunten a los productores cercanos, agricultores, ganaderos o pescadores, de muchos kilómetros a la redonda de la accidentada central de Fukusima.

Agua rica en azufre, tanto sulfurado sódicas como sulfhídricas, es la que brota en el Balneario de Retortillo, siendo beneficiosas para el tratamiento del reumatismo, de afecciones en las vías respiratorias, ciertas enfermedades digestivas o de la piel. Como vemos, y sabemos, las aguas sulfurosas son saludables; las radiactivas, mortales.