Dolor

Abría la ventana de mi primera columna para escribir sobre la salida de la crisis y la última huelga en la educación, pero he pedido de forma urgente que se retire. No hay nada más importante que la vida, la que acaban de perder en su trabajo al menos seis jóvenes mineros en el Pozo Emilio del Valle de la localidad leonesa de Llombera de Gordón, en una explotación de 694 metros de profundidad. Mi más profunda solidaridad y mi pésame a las familias de los trabajadores fallecidos en este lamentable accidente de trabajo.

Foto: ABC.es

Mantengo desde hace años una lucha permanente contra la Siniestralidad Laboral en España. Lo saben mis compañeros de profesión, mis alumnos, las Autoridades Laborales y Judiciales de Salamanca, Madrid y toda la geografía donde imparto alguna conferencia, discurso o clase de Derecho del Trabajo y Seguridad Social, incluso en mis artículos sobre Derecho del Trabajo. Al final de todos ellos añado una postdata que reza así: (nunca mejor expresado, ya que como una oración la escribo) "Como siempre, y no me cansaré, sigo insistiendo, en nuestro país fallecen al día entre dos y tres trabajadores víctimas de siniestralidad laboral sin que haya la alarma socialnecesaria que acabe con esta lacra, que enmudece y paraliza el corazón de muchas familias".

Pido y demando de una vez por todas la misma alarma social que para otro tipo de muertes violentas, todas ellas execrables y horribles (hoy ha muerto otra mujer y su hijo víctimas de violencia de género, mi dolor y repulsa quedan aquí expresados) Los accidentes de trabajo se deben a otro tipo de violencia, la que muchos llamamos "violencia laboral". En este pozo trabajaban al menos 400 trabajadores y otros 357 estaban afectados por un ERE temporal de seis meses. Para los que venimos luchando desde nuestro conocimiento del Derecho del Trabajo (cada vez menos Derecho) por unas condiciones de trabajo dignas y seguras, hoy es un día de luto. Escribo estas líneas desde la inmediatez de la triste noticia, afectado, con mis dedos sin poder articular lo que me dice mi corazón y mucho menos mi cabeza. Perdonen la sencillez y la exposición de las mismas, no soy escritor, tan sólo soy un humilde "juntador" de letras. Eso sí, sí logro hoy con ello salvar una vida, la mía habrá servido para algo.