Cuando Fernando Fernán Gómez escribió su famosa obra de teatro, terminaba con la frase: Sabe Dios cuándo habrá otro verano. Estaba claro que, a la vista del desarrollo de los acontecimientos, aquel protagonista veía el porvenir muy negro. El argumento de esa obra, con ligeros retoques, puede servir para reflejar nuestra actual situación. En el texto de Fernán Gómez, el nexo de unión es la guerra civil, que vino a trastocar los planes de los intervinientes. Nadie suponía que aquel acontecimiento podía prolongarse durante tres años. En 2018, con la composición del Congreso, tampoco parecía posible que Pedro Sánchez pudiera formar un gobierno estable, si de verdad quería prescindir del apoyo de los partidos anti constitucionalistas. Entonces y ahora, fallaron los cálculos. Hoy, cualquier español amante de su patria, podría exclamar: Sabe Dios cuándo volveremos a tener un gobierno que nos rehabilite.
Para evitar suspicacias, obsérvese que no pongo apellidos a ese supuesto gobierno que pueda sacarnos de la actual situación. A izquierda y derecha del meridiano que representa la eficiencia, encontramos múltiples ejemplos a seguir entre gobernantes de nuestro entorno, ya sean progresistas, liberales o conservadores, que, afortunadamente, de todo hay en la viña del Señor. Lo que no existe en ese entorno es un gobierno que se declare progresista y demócrata, a la vez que exhibe constantes tics más propios de una autocracia. En las filas de su partido, tuvo Sánchez algunos compañeros que hicieron gala de esa eficacia sin dejar de comulgar con sus ideas. Los españoles de hoy estamos obligados a sufrir las consecuencias de un verso suelto en el socialismo español.
Cuando hablamos de ramalazos dictatoriales en el quehacer diario de Sánchez, no lo hacemos a humo de pajas. Aparecer en los medios, públicos y privados, para monologar sobre lo maravilloso de su labor, sabiendo que la información que se aporta no se corresponde con la realidad; ofrecer ruedas de prensa, pero sin ruedas, es decir, sin preguntas de los periodistas; atacar a la oposición que no se presta a renovar los órganos de la justicia, negándose a que sean los propios jueces quienes elijan sus representantes; aprovechar las prerrogativas que le concede nuestro ordenamiento jurídico ?y alguna otra de dudosa legalidad-, no para los fines que fueron previstas, sino para el propio provecho; permitir que gobernantes independentistas se declaren abiertamente dispuestos a saltarse los preceptos constitucionales para romper definitivamente la unidad de España, sin impugnar esas conductas y, lo que es más grave, negociando su aplicación e incluso alabando sus modales; enmudecer cuando socios de su gobierno insultan y menosprecian a la Corona; negarse a condenar regímenes dictatoriales, son algunas de las señales que diferencian una dictadura de una democracia.
La pasada semana relacionábamos la moda de la gobernanza multinivel con la teoría de los vasos comunicantes y tampoco estábamos sacando un conejo de la chistera. De los flecos de la Conferencia de Salamanca se han desprendido dos "bufandas" ?una anterior y otra posterior- en forma de cheques millonarios para País Vasco y Cataluña. Remedando el rancio anticlericalismo de todo socialista progre que se precie de serlo, Sánchez lo ha trasladado al terreno de las finanzas procurando desnudar algunos santos para vestir a otros que no lo son tanto. De esta manera, algunas Autonomías verán disminuidos sus fondos en las cantidades regaladas a otras, por mucho que Sánchez, Urcullu y Aragonés pretendan vendernos otra mula.
No todo van a ser desgracias. Afortunadamente, estamos en agosto y es época de vacaciones. Es verdad que muchos españoles no podrán salir de viaje por falta de fondos, o por carecer de segunda residencia. Tanto los que puedan viajar como los que deban quedarse en casa, después de contemplar cómo el Presidente del Gobierno despacha con el Jefe del Estado en Palma de Mallorca y comienza sus vacaciones, no tendrán que soportar las sesiones de "Alo Presidente". Eso no impedirá que sepamos por otros medios que España es el país de la OCDE con más desempleo, el que peor afrontó la actual pandemia, el que más afectada ha visto su economía, y el único de la UE gobernado por social-comunistas. También es cierto que, a pesar de estar en vacaciones, el Falcon hará más horas que de costumbre para disfrutar de los múltiples alojamientos que le ofrece nuestro Patrimonio Nacional. Sin embargo, como decía Fernán Gómez, los aviones también son para el verano, máxime si no tienes que correr con sus gastos.
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