Entre los ingredientes fundamentales de estos productos figura la miel, producto en el que destaca Salamanca por cantidad y calidad
Salamanca es una provincia para perderse y perder los sentidos. Un paraíso para poder disfrutar de suculentas entradas como el jamón de Guijuelo, embutidos ibéricos, el tradicional hornazo o el farinato de Ciudad Rodrigo; platos de cuchara a base de lentejas de La Armuña o garbanzos de Pedrosillo; segundos de carne de morucha o ternera charra, y postres con quesos de Las Arribes... todo bien regado con caldos de Arribes del Duero o de la Sierra.
Pero no se puede finalizar el viaje por Salamanca sin saborear alguna de las múltiples recetas de la deliciosa repostería conventual. Con los más sencillos y naturales ingredientes se elaboran los más diversos dulces: repelaos, amarguillos, perrunillas, bizcochos, obleas, bollos, mantecados, rosquillas, etc.
Una opción para adquirir estos productos es dirigirse a los conventos y monasterios que se dedican a estas especialidades: Benedictinas en Alba de Tormes; Clarisas en Ciudad Rodrigo y Cantalapiedra; Agustinas en San Felices de los Gallegos, Carmelitas en Peñaranda de Bracamonte, Madres Franciscanas del Convento del Zarzoso de El Cabaco o las Dominicas-Dueñas en Salamanca son algunos de ellos.
Entre los ingredientes fundamentales de estas "dulces tentaciones" figura la miel, producto en el que destaca Salamanca por cantidad y calidad. De hecho, la provincia salmantina ocupa el primer puesto en producción de miel y polen a nivel regional.
Degustar la miel salmantina traslada a aquél que la prueba, en un viaje de sensaciones, hasta floraciones vírgenes de brezales, tomillares y encinares que tapizan toda la provincia.
Fuente: salamancaemocion.es