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Manceras, un pueblo con ‘ángel’
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DESPOBLACIÓN

Manceras, un pueblo con ‘ángel’

Actualizado 09/12/2019
Miguel Corral

Ángel Herrero Calvo encontró su pueblo natal semiderruido a su regreso tras su jubilación como empleado de Correos, a partir de ese momento se dio cuenta de que los pueblos se mueren antes de tiempo porque "los dejamos morir"

Manceras es un pequeño pueblo de la comarca de Vitigudino, anejo al municipio de Puertas. Actualmente residen en él siete familias, 20 personas censadas, aunque en un pasado no muy lejano llegó a contar con más de 40 casas abiertas. Junto a Manceras y Puertas, el municipio cuenta con dos núcleos más de población, El Groo y Cerezal de Puertas. Entre todos ellos suman 79 personas censadas.

Pues sí, Manceras es parte de esa España vaciada, que se muere ante el olvido de las administraciones y los políticos que las gobiernan, los mismos que en sus mítines y apariciones ante los medios se les llena la boca diciendo que hay que aplicar políticas contra la despoblación mientras, a los pocos minutos, cuando llegan a sus despachos, deciden cerrar escuelas, quitar médicos y eliminar líneas de trasporte de viajeros.

La mayoría de nuestros pueblos agonizan ante la falta de oportunidades para los jóvenes, ya no quedan niños correteando en sus calles, sus casas aparecen semiderruidas, tejados hundidos, paredes caídas?, las zarzas pueblan los rincones que antes ocupaban los animales; la desolación se apropia de estos lugares que un día estuvieron llenos de vida. Y entre tanto, nadie hace nada, el tiempo se apodera de los pueblos, pasa ante nuestros ojos para dejarnos únicamente recuerdos?, y no hacemos nada.

Algo así debió sentir Ángel Herrero Calvo, enamorado del pueblo que dejó a los 10 años de edad para ir a estudiar al colegio de los padres Paules, aunque regresó por un tiempo finalizados los estudios hasta que comenzó a trabajar en Correos, empleo que mantuvo durante 35 años en Salamanca hasta su jubilación.

Durante ese tiempo, las visitas de Ángel a Manceras fueron escasas y cortas, lo que no le permitió ser del todo consciente de lo que estaba sucediendo. A su regreso, tras la jubilación, se percató del estado de abandono de su pueblo, por lo que decidió que no podía continuar por más tiempo la imagen desolada que desprendían sus calles, así que "había que darle vida. Con lo que tenemos, sin hacer gasto de ningún tipo, tenemos la piedra de granito y el rollo en abundancia, y yo tenía las ideas", asegura.

Arreglo de la iglesia

Pero antes, Ángel tenía otra prioridad. La iglesia del pueblo, en advocación a la Visitación de la Virgen y construida a finales del siglo XV, del Románico tardío, se caía a pedazos, "estaba deteriorada al máximo"; así que no dudó en plantearle al párroco que había que arreglar la iglesia, conservar su artesonado mudéjar bajo un tejado en ruina, descubrir su piedra de sillería y su bonita espadaña, que permanecía oculta por los líquenes.

En una reunión en el Obispado de Salamanca, Ángel explicó su intención de restaurar la iglesia de su pueblo de alguna manera, ofreció 10.000 euros para un inicio, lo que descolocó al delegado de obras del Obispado, Juan Pedro, porque "eso no lo hace prácticamente nadie, que vengan ofreciéndote dinero?". En cualquier caso no hubo una respuesta afirmativa, "lo tenemos que estudiar, pero estás dentro del plazo para hacer la solicitud de manera oficial". Corría el mes de abril de 2014.

De la reunión tuvo el compromiso de que el Obispado consideraría la propuesta, aunque le advirtieron de que los trámites eran lentos. A los cinco meses recibió la llamada del delegado de obras de la Diócesis para contarle que "tenía buenas noticias, aunque sin confirmar", pero con la seguridad de que se había incluido en el listado de las iglesias que podían ser objeto de mejoras y sobre las que habría que realizar una selección para actuar en las más urgentes.

Ángel dejó claro que si había parroquias de mayor necesidad, se actuara en esas primero, "pero yo quiero salvarla", unas palabras que trasmitió a sus vecinos, a los que les hizo ser conscientes de que "estos pueblos lo normal es que desparezcan todos, más tarde o más temprano, pero los pueblos también se van muriendo si nosotros los dejamos morir. Entonces, tenemos que hacer lo posible por restaurar todo mientras vivamos" los más de un centenar hijos del pueblo que se reparten en distintos lugares. "A nosotros nos corresponde buscar ayudas, pero también aportar todo lo que esté en nuestras manos de la manera que podamos", un mensaje que caló en los vecinos de Manceras y en el Obispado de Salamanca.

Finalmente, la iglesia de Manceras entró en el programa del Obispado y la Diputación de Salamanca, también con una aportación importante del pueblo, muchos residentes en otros lugares y que respondieron a la carta de Ángel en la que les hacía saber de la necesidad de su aportación económica para cubrir del todo el coste de las obras. De esta labor, el pueblo de Manceras reconoció a Ángel su empeño y esfuerzo, preocupaciones y desvelos, hasta el punto de sufrir una lesión coronaria, así que nunca estuvo más justificada colocar una placa en homenaje a un vecino, reconocimiento que puede verse en una de las esquinas de la iglesia desde el verano de 2016 y en la que reza: "Agradecimiento del pueblo de Manceras a Ángel Herrero Calvo por su esfuerzo y dedicación. 'Lo que hacemos por nosotros mismos, muere con nosotros. Lo que hacemos por los demás, permanece y es inmortal'".

Reconstrucción del pueblo

Ángel ya tenía su iglesia, pero lo más importante es que había logrado unir a sus convecinos en un objetivo común, una circunstancia que se veía obligado a aprovechar para actuar en el resto del pueblo, en buena parte semiderruido y oculto por las zarzas, como muchos otros pueblos de esa España vaciada que se dice hoy.

Pero lo difícil era convencer a sus vecinos de que era necesario hacer algo y que tenían que ayudar, de lo que se convencieron por sí solos cuando comprobaron que Ángel no buscaba ningún interés personal mientras "arreglaba paredes que no eran mías ", un oficio el de albañil que desconocía y que aprendió fijándose en cómo trabajaban albañiles contratados para los primeros trabajos.

Uno a uno fue involucrando a los vecinos, propietarios de casas, corrales y pajares semiderruidos para que acometiesen obras de descombrado y limpieza, desalojando a "culebras y bastardos", algo necesario para que después cobrasen un esplendor inhabitual, paredes con ventanas que ahora guardan únicamente el recuerdo de lo que fueron y que Ángel llama "ruinas controladas".

Advirtió a sus vecinos de que lo verían deambular por sus fincas, decisión que no era gratuita, pues su objetivo sería divisar las piedras necesarias que en el futuro adornarían distintos lugares del pueblo, para lo que solicitó su ayuda en el transporte. Su idea era lograr el contraste entre el gris de las piedras y el verdor de las plantas, los colores de las flores y el blanco destello de una alfombra de grava blanca que aportó el Ayuntamiento. Y todos fueron viendo que lo que Ángel hacía estaba bien, tenía sentido y les gustaba.

Ángel se propuso "dignificar" cada uno los rincones del pueblo que durante siglos habían servido como lugar de depósito de excrementos de animales y estiércol una vez fuera de las cuadras, y a partir de ahí "dignificar el pueblo en general", buscando la piedra adecuada para cada lugar, "para muchos las más feas, pero luego les empezó a gustar", añade.

Todos fueron sumándose a las ideas de Ángel, autorizando las obras, trasladando las piedras con su maquinaria, poniendo su tiempo y colaborando con mano de obra, aunque el principal artífice fue Ángel, si bien no quiere protagonismos, y baste decir al respecto que nos ha pedido que no incluyésemos su foto entre estas líneas, deseo que respetamos.

A la piedra sumó siluetas de forja y pequeñas esculturas de distintos personajes, nogmos, querubines, animales? La obra de Ángel ha sido referente durante cuatro veranos para infinidad de personas que oyeron hablar de lo que estaba sucediendo en Manceras.

Los vecinos cedían sus viejos inmuebles para que Ángel plasmara sus ideas, aportando además mano de obra en los trabajos. Lo último ha sido la colocación de un yugo y dos ruedas de carro en una de las paredes de sus 'ruinas controladas', además de la exposición de láminas de animales que ha guardado en su cochera. Tampoco pasa por alto en sus explicaciones el belén que ha realizado en el interior de la iglesia, del que se encuentra muy orgulloso y que estos días recibirá la visita de los vecinos y de todos aquellos que se acercarán a ver Manceras y su iglesia, y lo que ha hecho su 'ángel'. Porque como dice Ana, qué pena que no haya un Ángel en todos los pueblos.

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