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Lección de historia y filosofía para estudiantes del IES Mateo Hernández con la película...
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Lección de historia y filosofía para estudiantes del IES Mateo Hernández con la película...

Actualizado 12/10/2019
Charo Alonso

La cinta de Alejandro Amenábar sobre Miguel de Unamuno, grabada en Salamanca, invitó a las reflexiones de los alumnos

Es el cine, ese "séptimo vicio" que no solo arte como dice Javier Tolentino, un medio insuperable para aprender, para ilustrar, para educar y no solo en conocimientos, sino en valores. De ahí el empeño de los Cines Van Dick, de amplia trayectoria educativa, por acercar las películas, los documentales, la irremplazable experiencia de ver cine a los alumnos de todos los niveles de la enseñanza organizando pases matinales de sus películas a instancias de los profesores.

No tenemos más que recordar los múltiples ciclos que hemos visto los universitarios salmantinos a lo largo de los años. Ciclos atrevidos en una época en la que programar ciertas películas era un audaz ejemplo de libertad heredada de las Conversaciones de Martín Patino. De ahí que nuestro Van Dick haya sido para muchos, para todos, el espacio de libertad, de encuentro, de cultura, de osadía que siempre hemos necesitado en la ciudad letrada. Y esta vez, cuando ha pasado tanto tiempo y seguimos en el mismo empeño, los profesores de secundaria, los que impartimos literatura, filosofía, historia? traemos a los chicos a ver una película que, por supuesto, podrá tener todos los errores históricos y vivenciales que deseemos encontrarle, pero que no deja de ser, hasta ahora, el retrato y el relato más certero y ecuánime del inicio de la Guerra Civil en esta nuestra Salamanca.

Alejandro Amenábar ha hecho de la ciudad un escenario que conmueve, acompaña, acoge en su decorado inmutable la historia de unos días convulsos en los que todo parecía posible. Días de caos que vivió Miguel de Unamuno desde el desconcierto, el apoyo inicial y la franca oposición a una situación que pronto se reveló como esa contienda incivil donde todos perdieron y unos pocos se auparon al absurdo triunfo de la ignominia. La escena final, en la que el anciano rector sonríe a su nieto, confinado en su casa, es el contrapunto perfecto a un tirano ridículo al que hemos visto dudar, someterse, subido a un caballo de atrezzo y dejándose retratar para la posteridad. Franco, "Franquito, el cuquito" como le llama el masón Cabanillas, está retratado de una manera magistral por la película, y se come en su contención a un inmenso Eduard Fernández como Millán Astray ?qué sustos les daba a los alumnos cuando se quitaba su monóculo- y a un aún más grande Karra-Unamuno, ese hombre vencido y al principio convencido de la necesidad del golpe militar. Ese hombre que mira al infinito en el pasillo hermosísimo de la Universidad vieja de Salamanca.

Acaba la película y aplauden nuestros alumnos. Quizás hayan hablado entre ellos durante la proyección ?pienso que son incapaces de ver algo que les impresiona sin comentarlo con el vecino-, es posible que hayan cometido el pecado de sacar sus móviles pasados los primeros tres cuartos de hora de película ?la suya es una atención dispersa-, sin embargo, aplauden? y sobre todo, acaban con ese silencio que acoge el final de la película en todas las exhibiciones. Porque esta película nos hace pensar, porque la vemos desde este presente convulso, porque somos salmantinos y nos emocionan nuestras calles habitadas por el pasado reciente. Y en algunos casos, porque aún tenemos memoria de la guerra y del relato de la misma.

Cine para aprender, cine para reflexionar, cine para disfrutar de un lenguaje en el que todo cabe. Cine para vernos reflejados. Cine para disfrutar de que conocemos el espacio ¡Mira, la Plaza Mayor! Conocemos a uno de los primeros actores ¡El pintor Miguel Elías! Y sabemos del escritor de las pajaritas. En el IES Mateo Hernández somos absolutamente unamunianos: la visita a la casa del rector es una parada siempre obligada en 4º de la ESO, una visita que nos devuelve a un temario que, en Salamanca, vivimos. Porque vamos a ver sus libros, sus objetos, su persona aún presente en esta ciudad de escritores y de literatura.

Ahí están, pensando en que ya es viernes, felices porque les dejamos libres, cargados con sus mochilas en las que caben los libros y las protestas ¿Es obligatorio ir al cine, joooooooo? Una mochila donde también hay sitio para la experiencia del cine, el séptimo arte, el séptimo vicio, el recorrido indispensable para ser más sabios, más empáticos, para reflexionar en silencio sobre ese silencio que es la mayor de las cobardías. Ahí están, saliendo del cine, pajaritas en la cabeza. Silencio y después, risas y viernes? juventud, divino tesoro, que diría el amigo modernista de Unamuno.

Charo Alonso / Fotografías: Jorge Vicente y "Mientras dure la guerra".

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