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El Museo Valeriano Salas  de Béjar, una de las tres mejores colecciones de piezas de katanas de...
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El Museo Valeriano Salas  de Béjar, una de las tres mejores colecciones de piezas de katanas de...

Actualizado 09/02/2019
Ana Vicente

Marcos Sala, experto en armas japonesas, realiza una tesis doctoral clasificando todas las katanas del país y considera la colección de más de 40 piezas de Béjar como una de las tres más importantes

Marcos Sala, uno de los mayores expertos en armamento y artes bélicas japonesas, ha elaborado una tesis doctoral para la que ha catalogado todas las catanas del territorio español, desde Irún hasta Canarias, cerca de 370 piezas, muchas de ellas de colecciones particulares, y ha hecho una aproximación a cuatro colecciones en especial, entre las que ha mencionado la que se encuentra en el Museo Valeriano Salas de Béjar, como una de las tres mejores.

Este año se conmemoran los 150 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España y Japón y en estos años la Casa Real ha recibido infinidad de regalos, muchos de ellos armas y armaduras, joyas que se encuentran en la armería del Palacio Real.

Sala, ha sido también el encargado de catalogar las katanas que a lo largo de los años se han ido acumulando en los fondos del museo del Palacio Real. Pertenece al Grupo de Investigación Asia, de la Universidad Complutense de Madrid. Un grupo de investigadores de Filipinas, Vietnam, Corea, China, India y Japón, que estudian la historia y sobre todo historia del arte de todos estos países, haciendo una labor de divulgación a nivel de la Universidad donde tiene su sede física su asociación y a través de la web: Grupo de Investigación Asia (GIA), en la que van colgando exposiciones virtuales. También ofrecen conferencias abiertas al público y realizan congresos a nivel internacional, y están vinculados con la Asociación Española de Estudios Japoneses (AEGE).

La katana en Japón era un bien de alto valor cultural y artístico, superior a la pintura y a la escultura, ya sólo la hoja por sí misma, pero las partes de su montura, el guardamanos, el pomo; eran piezas de orfebrería, joyas que se tenían en muy alta estima no sólo artística sino también económica.

Una de esas colecciones particulares que Marcos Sala ha incluido en su tesis ha sido la colección del Museo Valeriano Salas de Béjar, a la que coloca entre una de las mejores de España, con más de 40 piezas de monturas de sables japoneses de primeras y segundas generaciones de artistas fundadores de escuelas desde los siglos XVI al XIX, en lo que él denomina "el legado a su ciudad de un coleccionista particular, un aventurero de principios del siglo XX que se dedicó al coleccionismo, principalmente de arte japonés, pero también persa y de otros lugares".

Otra de las mejores colecciones privadas se encuentra en Bilbao, sus propietarios ya han anunciado que la van a ceder al Museo de Bellas Artes de la ciudad para que todo el mundo pueda acceder a ella.

La mejor de todas las colecciones de armas japonesas es la de la armería del Palacio Real, compuesta por regalos realizados a diversos monarcas españoles por cuatro grandes visitantes. La primera de estas visitas fue a Felipe II al que le regaron armas y armaduras, más tarde otra visita a Felipe III aumentó la colección y dos siglos más tarde, tras el periodo en que Japón se cerró a todo contacto exterior, en 1878, el embajador de Japón en Francia en una visita a Alfonso XII por sus segundas nupcias le trajo también regalos. Ya en 1909, los primos del emperador de Japón y unos marqueses de ese país visitaron a Alfonso XIII y le trajeron como obsequio las armas japonesas más antiguas y de mayor calidad que se conservan en la Real Armería.

La última colección destacable que ha mencionado Sala, es la que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, que destaca más por la cantidad de las katanas.

Las Katanas, auténticas joyas de orfebrería

Hasta el siglo IX, la katana, al igual que el resto de espadas japonesas, eran espadas rectas de un solo filo, posteriormente se fueron curvando progresivamente. En cada siglo el gobierno marcaba las directrices de cuanto debían medir, ahora las que se usan en la mayoría de las disciplinas de las artes marciales suelen estar en torno a los 60 o 70 cm de longitud de hoja, pero en algunas disciplinas llegan hasta los 90 cm.

Las hojas de las katanas estaban muy afiladas, para llegar a cortar un casco, un arcabuz o un tubo de metal, pero eso no era suficiente, porque eran también muy frágiles y podían llegar a doblarse con cierta facilidad o a romperse como el cristal, su eficacia estaba en la pericia de la persona que la manejara, pues sólo el filo tenía la dureza legendaria de estas armas, que se probaban apilando cadáveres y observando cuantos torsos humanos eran capaces de cortar de un solo tajo. El resultado se grababa en oro: esta katana ha sido capaz de cortar tantos torsos.

Esta era la parte más importante del arma, no solo porque era la que cumplía el fin de cortar y la que se iba a usar en la batalla, sino también a nivel artístico y estético, pero a partir del siglo XIV las partes de la montura empezaron a ganar tanta importancia, que llegados ya al siglo XIX, en algunos casos, los que hacían la guarda (tsuba), llegaban a eclipsar a los propios forjadores.

Las monturas tienen muchísimas partes pero para simplificar hay que mencionar la guarda, denominada tsuba, la empuñadura (tsuka) y una serie de partes metálicas que componen toda la empuñadura y otras partes de la vaina, como los fuchi, kashira o menuki.

La espada japonesa siempre fue un objeto de status. El cuidado en su fabricación dependía de la persona destinataria de la katana y de su importancia social. Todo el proceso, desde su inicio obteniendo la materia prima, que ya es un proceso sagrado, hasta el montaje final, puede tener una duración un año. En el siglo XVII, el uso de la katana fue impuesto por ley a los samuráis, que debían llevarla junto al sable largo y al sable corto, hasta entonces su arma principal había sido el arco.

Los armeros eran considerados artistas de gran nivel, incluso por encima de pintores y escultores, pero esto no es exclusivo de la cultura japonesa, cualquier armadura de la época de Carlos V de las que se encuentran en el Palacio Real, era más valiosa que cualquier velázquez.

Otras armas japonesas

La katana es la espada japonesa por antonomasia pero hay otras muchas, como la espada más corta denominada wakizashi o los puñales y lanzas, cada una con su tipología y al igual que en la cultura occidental cada época tuvo su espada, en la Edad Media en España se usaban los montantes o los mandobles que eran espadas muy grandes, en Japón en el siglo XIII tenían unas espadas que podían llegar a medir dos metros de longitud, tenían que manejarse hasta por tres personas, uno quitaba la vaina y dos empuñaban la empuñadura, servían sobre todo para cortar patas de caballos.

Las mujeres samuráis usaban una especie de albarda denominada naginata, una lanza con una hoja curva, comenzaron a utilizarla a partir del siglo XVI y a partir del XVII se convirtió en el arma de la mujer samurái.

A partir de que los españoles y portugueses introdujeron el arma de fuego en Japón, también los samuráis las utilizaron, es un mito que el samurái no usara el arma de fuego porque no era noble, pues usaban arcabuces como el que más y no a cualquiera se le dejaba utilizarlas.

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