Derbi: 2. m. Encuentro, por lo común futbolístico, entre dos equipos cuyos seguidores mantienen constante rivalidad, casi siempre por motivos regionales o localistas. (DRAE)
Ya lo he escrito en esta columna en alguna ocasión. Que Salamanca postule dos proyectos con planteamiento de ascenso a Segunda B, cuando en esa categoría dejó escapar a su club histórico, que incluso en Segunda A era escasamente apoyado, suena raro. Quizá nuestro caso particular sea más fácil de explicar que otros: Logroño, Palencia, Lorca, etc., pero no dejará de extrañar. Desapareció el club de la ciudad y se fundaron dos: uno (CF Salmantino) que aspiraba a ser filial del que lo emularía y que no llegó a desarrollarse (Salamanca Athletic Club), conservando ambos las categorías de la extinta Unión Deportiva Salamanca pero sin asumir su deuda; otro que buscó un homenaje lejos de toda suplantación, planteado como club de socios y partiendo de la categoría más baja donde arrancan los clubes de nueva creación (Unionistas de Salamanca).
Si el CF Salmantino se renombrara, como desea su presidente, UD Salamanca (ya ha añadido el UDS), las complicaciones aumentarían si tocase contar la película a un foráneo. Porque al filial de la UDS, desaparecido con ella evidentemente, el CD Salmantino, lo conocían algunos, pero la UD Salamanca era el equipo de la ciudad conocido popularmente en toda España. Aunque para él no hubiera medalla de oro municipal ni cuando cumplió 75 años, incluso estando en Primera. A los de la casa es más difícil todavía explicarles la historia, desde el momento en que se da por buena la campaña "¡Vuelve la Unión!", como si eso fuera algo posible tras su triste disolución. Varios medios de comunicación locales la asumen como válida sin ningún filtro crítico, más allá de sus intereses comerciales. Es lo que hay. Por supuesto, respetables las querencias y afinidades de cada cual, pero que no nos quieran hacer comulgar con que vuelve la que para siempre se marchó, que esa rueda de molino no hay quien la ingiera.
A los aficionados del CF Salmantino que acudirán al Helmántico, a los que hemos sacado un verano más nuestro carnet de Unionistas de Salamanca y a los que se sienten ajenos a proyectos posteriores al 18 de junio de 2013, a todos, nos entristece la ausencia. En eso estamos unidos. A los que, son inmensa mayoría, como mucho se enganchan al célebre "fútbol en Salamanca", o sea, Primera División, (muchos nunca se conectaron, ni se conectarán, más que con su Real Madrid o su Barcelona), no les embarga la nostalgia. A la gente moderada, futbolera o no, nos apena aún más que haya quien se tire los trastos a la cabeza a causa del deporte por mucha pasión que arrastre. Lo hacen desde el anonimato de comentarios en digitales, vertedero de tonterías, pero no deja de asustar esa visceralidad. Incluso esta columna genera más reacciones y comentarios cuando aborda la cuestión balompédica local. Pero eso no justifica la generalización injusta de quienes arrojan, nos echan, a todos al mismo saco. No, no soy un ultra ni un delincuente por apoyar a un club determinado. Ni siembro discordias. Ni cultivo la Salamanca de los bandos. Ni estoy contribuyendo a cavar una zanja por expresarme y definirme. Por ello, aunque no querría más partido de rivalidad que el que me hiciera visitar Zorrilla con la bufanda de la Unión al cuello, aunque siga soñando con una imposible fusión de Unionistas y CF Salmantino que aparque la pesadilla de la desunión de los unionistas, aunque me duela, me preparo desde hoy para seguir en Las Pistas y en otros campos de nuestras regiones leonesa y castellana la Liga de Tercera División, que en Salamanca será "la liga del derbi", y que yo deseo que, en buena lid, culmine con el tercer ascenso de Unionistas.
En la imagen, el equipo de Unionistas posando con el trofeo IVº Memorial UDS disputado el pasado 9 de agosto.
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