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En invierno retorno al palacio de verano
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En invierno retorno al palacio de verano

Actualizado 28/01/2017
Redacción

Nunca supuse que regresaría,

cinco años después

?en pleno invierno?

al Palacio de Verano.

El lago es ahora una masa de hielo

y el Cinturón de Jade (el bello puente

y el gran barco de mármol)

están amordazados por un frío polar.

(El mármol y el hielo contendiendo en lo blanco.)

Todavía es posible seguir aquí los ritos

de siempre: aspirar la armonía

de ser en lo interior

profundo

ascendiendo, ascendiendo,

al Pabellón de los Budas Fragantes.

Antes nos demoramos respirando

la soledad del frío

entre el gran lago helado y la montaña,

y vamos contemplando las pinturas

de la Galería Abierta («la más larga

de China y del mundo», se nos dice).

Pero, al final de ella, ¿qué alcanzamos?

El horizonte blanco de un vacío muy puro.

Antes de la ascensión

los símbolos nos llenan de energía:

el sendero, el lago, la pagoda,

las colinas lejanas, las rocas y los árboles,

el gran disco rojo del sol que no ha logrado

estremecer, fundir el hielo,

las historias pintadas en los techos

de batallas y amores:

la terrible, eterna

Dualidad.

El paso cruel del tiempo se ha llevado

los trazos delicados y los vivos colores,

tantas huellas dejadas por las almas

de músicos, pintores y poetas,

eremitas, santones y filósofos;

los que en este país han compensado

furor de ideologías y de ejércitos,

revoluciones de la destrucción.

(Incendiar, destruir

lo «antiguo», ha supuesto

destruir la raíz de la sabiduría

de un pueblo.

Hoy se imita lo destruido ayer,

se rescatan los sueños perseguidos.

¿Con qué fin?)

¡Perennidad del arte, que apacigua

y salva todavía a los seres humanos

de ser fieras!

II

¿Y cómo describiros esta iniciación

de ascender con fatiga a La Colina

de la Longevidad?

Brusca subida y quebrada ruta,

entre tejados, por escalinatas

y por jardines mínimos, secretos.

Ascender y dejar atrás el mundo

que cruje y que restalla con sus hielos,

abandonar heridas que aún sangran.

Y si, arrepentidos, volvemos la mirada

hacia atrás, cada arcada nos devuelve

a la infinitud del lago muerto,

a su abismal escalofrío gris.

Y cuando el pecho ya no puede respirar

por la dureza de tanta ascensión,

cuando de tanto aire ya nos falta hasta el aire,

en esta congelada angustia de la prueba,

aparecen las salas

de los dos Grandes Budas.

El Buda más hindú que nunca había visto

se llama Buda-Shiva.

Sus numerosos brazos

van sembrando en el aire y en mis ojos

lo Múltiple

desde esa Unidad que irradia el punto

que tiene entre sus cejas:

diamante secreto.

Más arriba aún, en la cima del monte,

hay otro Buda muy ennegrecido

por el humo de inciensos seculares,

y desgastado por tantas caricias

de manos y de ofrendas.

(Ahora está prohibido acariciar

los dos Budas, rozar su eternidad,

ofrendarles lo poco que tenemos,

lo poco que sabemos.

Delante de ellos no hay flores ni frutos.

Están como olvidados estos Budas

en el desván del cielo del invierno,

pero son todavía

un

fin

para el que llega y desea

ascender

.

Son todavía símbolos preciosos.

(Y para otros peligrosos símbolos.)

Después de casi un siglo

ellos resisten más que ese otro dios

llamado Ideología.

Un día volverá este lugar

a ser morada cierta

en donde el hombre y la Divinidad

rescaten la armonía,

se fundan un instante en el fiel de la muerte

y ambos sepan al fin que ya están

eternamente destinados

el Uno para el otro, el otro para el Uno.

El culto ahora no está permitido

mas sabemos lo que nos transmitió

el arquitecto que trazó la ruta

hacia arriba: señales, signos, símbolos

hacia la luz suprema de la cima,

de otra Cima.

21

Previamente, ayudó Naturaleza

creando el más hermoso mirador

y el lago más en paz:

unidad de agua y tierra.

Luego, el arquitecto, con un sentido sacro

?todo es sacro en el mundo para aquel

que lo mira con ojos de piedad?

moldeó esta Colina de la Longevidad,

la senda, el laberinto, los secretos

que la ascensión (la

prueba)

revelará por siempre a los despiertos.

De 'Canciones para una música silente'

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