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Cepeda, cuando el rito se vuelve pura belleza y devoción
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Tradicional ofertorio

Cepeda, cuando el rito se vuelve pura belleza y devoción

Actualizado 26/08/2016
Redacción

Rosa Gómez cuenta a través de sus imágenes y textos el día grande de las fiestas en honor a San Bartolo

Cepeda de la Sierra está celebrando estos días sus fiestas mayores en honor a su patrón San Bartolomé. Este pequeño y pintoresco municipio de la Sierra de Francia, guarda su arquitectura y tradiciones como verdaderos tesoros que deberían darse a conocer. De hecho se han iniciado gestiones para que sea declarado Conjunto Histórico.

El día más importante, el 24 de agosto, Cepeda despertó al son de la gaita y tamboril anunciando a todos los vecinos y visitantes la alegría de su fiesta grande. Una celebración muy emotiva en la que no faltaron las ofrendas y cánticos además de muchos abanicos por las elevadas temperaturas de la jornada festiva.

Danzarines y ramajeras lucían ya sus brillantes trajes y alhajas, dando un colorido muy especial durante toda la ceremonia. Si por algo se caracteriza el ropaje tradicional serrano es por el colorido, pero aquí en Cepeda esta cualidad junto a los diseños de los bordados toman todavía más protagonismo, las horquillas y recogidos son espectaculares, y las chambras lucen exquisitas.

También merecen mención los refinados ramilletes que lucen los hombres a modo de tocado, flores que sus madres han elegido y colocado con el fresco de la mañana, elementos vegetales purificadores, tan presentes en los distintos rituales de la Sierra.

Al terminar la misa comenzó la precesión hasta la plaza mayor. Ya el inicio es espectacular por el paisaje natural que se contemplan al salir de la iglesia. Desde allí, por estrechas calles de arquitectura típicas del sur salmantino, entre tramoneras y casi extintos esgrafiados, una danzarina comitiva alegra las calles en honor del santo patrón. Primero los niños y luego los jóvenes danzarines y ramajeras acompañados del tamborilero, detrás los portadores de San Batolomé, más allá los fieles. Una de las figuras clave de esta parte del ritual serrano es el 'guión', una suerte de maestro de ceremonias, que dirige, marca los pasos y bailes de los danzantes.

Alrededor de la plaza los cepedanos se disponen a honrar a san Bartolomé, como testigo el olmo centenario o el 'hijo del que lo fue', un 'negrillo' que lleva dando sombra a distintas generaciones y esta mañana no va a ser menos, es la escalinata en su base el lugar idóneo para contemplar uno de los rituales ancestrales que todavía perduran en la península. En su tiempo este ofertorio fue uno de los más importantes de la comarca, ya que Cepeda era un enclave estratégico entre distintos territorios donde se celebraban importantes ferias de ganado desde la Edad Media, un lugar de encuentro para comerciantes y ganaderos que venían de distintos puntos del reino. Si a esto sumamos que los ofertorios entroncan con rituales paganos de fertilidad de la tierra, podemos imaginar que estamos en lugar donde esta ceremonia tiene especial importancia y se vive de forma profundamente devocional desde hace generaciones.

Uno a uno, cada danzarín y ramajera incluidos niños y niñas se van acercando en fila a su patrón para ofrecer las dádivas, al igual que las autoridades y todas las personas que lo deseen. La devoción que siente este pueblo por su patrón es profunda, se nota en los semblantes y en la actitud de recogimiento.

A la ofrenda siguen los bailes, que constan del 'picao' serrano, 'el paleo', el vistoso ramo, y 'la botella', esta última integrada en los bailes de Cepeda desde hace sólo unos años, pero que ya se ha convertido en una parte muy esperada, esto es lógico, no sólo por la destreza que necesitan los mozos y niños, también por la conexión especial de este pueblo que tiene con la elaboración del vino.

Es en los bailes cuando se puede disfrutar de la belleza y vistosidad de los trajes tradicionales en su máximo esplendor. Muchos de ellos centenarios, Cepeda posee una colección inigualable de vestimenta y alhajas que saben conjugar de una manera muy elegante, que si se le suma a cierta particularidad en su fisionomía hacen de este rito toda una exhibición de riqueza antropológica.

Una vez terminado el ofertorio, los danzarines y ramajeras se encuentran más relajados y se abrazan entre ellos para darse la enhorabuena. De nuevo la comitiva se pone en orden y comienza la procesión hasta la iglesia para dejar allí hasta el próximo 22 de agosto a San Bartolomé.

Sus tradiciones, su riqueza etnográfica, sus paisajes, su arquitectura, su historia, por esto y mucho más pero sobre todo por la hospitalidad de sus gentes, hacen de este enclave un lugar singular, un tesoro de la Sierra de Francia que todavía está por descubrir y que merece sin ninguna duda que sea declarado Conjunto Histórico para que todos podamos admirarlo como se merece.

Texto y fotos: Rosa Gómez

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