OPINIóN
Actualizado 12/04/2021
Jesús Garrote

Después de leer el cuadernillo de cristianismo y justicia de Óscar Mateos me apetece compartir alguna idea de sus reflexiones.

Han hablado del minuto de lucidez donde la humanidad puede ver la fragilidad del planeta y su capacidad de recuperación si cambiamos algunos hábitos.

El capitaloceno trae mucha desigualdad. Oxfam asegura que veintiséis personas ostentan la misma riqueza que la mitad de la población mundial. La huella ecológica de África sigue siendo diez veces inferior a Estados Unidos.

Nuestra normalidad descansa sobre desigualdad y violencia social. Si gobiernan los mercados ahorrémonos los gobiernos. Las think tank acaban siendo imposiciones ideológicas invisibles que acaban determinando el capital, la vida y la democracia.

Hay desafección política e incertidumbre social. Con estar tan conectados funcionamos como una aldea global, una crisis de diversidad cultural.

Tenemos que hacer espeología de la esperanza. Todo el mundo debería saber que somos ecodependientes por lo tanto el camino son la agenda 2030 con los ODS, diecisiete objetivos de desarrollo sostenible. Los New Green Deal, La transición ecológica, este capitalismo que nos domina debe ser más distributivo y social.

Este virus nos ha demostrado la interdependencia. Las vacunas tienen que llegar a todos los países para que haya efectividad mundial. Con el ébola, SIDA, malaria, etc, las farmacéuticas no estuvieron tan rápidas. El mercadeo y el valor de la vida diferenciado por pobres o ricos no es muy apropiado para la cohesión social.

Haría falta una economía circular sostenible, evidentemente tendremos que cambiar hábitos de consumo y de vida.

Esta vez habrá que buscar epistemologías del Sur, una vida más sencilla, más unida a la tierra. Nuestros antepasados de la España vaciada vivían con una economía de subsistencia como en muchos sitios de África. Actualmente no se admite rebajar ni un poquito las necesidades creadas artificialmente.

Ante el hedonismo digital cabe una resistencia íntima. Hay una cierta irresponsabilidad organizada, una globalización económica y fragmentación política.

Tendremos que hacer un trabajo por el bien común y cuidados que sostienen la vida.

Tendría que reconectarse el altermundialismo.

A pesar de la cultura etnocéntrica ha habido una empatía ante la vulnerabilidad y ha habido una percepción de límites.

Por lo tanto esta pandemia nos ha dado un potencial pedagógico.

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