Tradicionalmente han existido por el disfrute del suelo. En la actualidad, muchos de estos conflictos siguen surgiendo en respuesta a políticas nacionales que, aun pudiendo compatibilizar ambas ocupaciones del territorio, han favorecido indiscriminadamente a los sectores agrícola y forestal en detrimento del ganadero.
Los grandes planes de regadío han ocupado vastas extensiones de terrenos destinados a pasto (fincas de invierno del ganado trashumante) sin proponer alternativas a sus antiguos usuarios; análogamente, los planes de repoblación forestal han contemplado la superficie de pastos como espacios marginales susceptibles de ser arbolados, restando el potencial pascícolade zonas que actúan como recurso básico para superar el período estival.